La
víbora
NICANOR PARRA.
Durante
largos años estuve condenado a adorar a una mujer
despreciable
Sacrificarme por ella, sufrir humillaciones y
burlas sin cuento,
Trabajar día y noche para alimentarla y
vestirla,
Llevar a cabo algunos delitos, cometer algunas
faltas,
A la luz de la luna realizar pequeños
robos,
Falsificaciones de documentos comprometedores,
So
pena de caer en descrédito ante sus ojos fascinantes.
En horas
de comprensión solíamos concurrir a los parques
Y retratarnos
juntos manejando una lancha a motor,
O nos íbamos a un café
danzante
Donde nos entregábamos a un baile desenfrenado
Que
se prolongaba hasta altas horas de la madrugada.
Largos años
viví prisionero del encanto de aquella mujer
Que solía
presentarse a mi oficina completamente desnuda
Ejecutando las
contorsiones más difíciles de imaginar
Con el propósito de
incorporar mi pobre alma a su órbita
Y, sobre todo, para
extorsionarme hasta el último centavo.
Me prohibía
estrictamente que me relacionase con mi familia.
Mis amigos eran
separados de mí mediante libelos infamantes
Que la víbora
hacía publicar en un diario de su propiedad.
Apasionada hasta
el delirio no me daba un instante de tregua,
Exigiéndome
perentoriamente que besara su boca
Y que contestase sin dilación
sus necias preguntas,
Varias de ellas referentes a la eternidad
y a la vida futura
Temas que producían en mí un lamentable
estado de ánimo,
Zumbidos de oídos, entrecortadas náuseas,
desvanecimientos prematuros
Que ella sabía aprovechar con ese
espíritu práctico que la caracterizaba
Para vestirse
rápidamente sin pérdida de tiempo
Y abandonar mi departamento
dejándome con un palmo de narices.
Esta situación se prolongó
por más de cinco años.
Por temporadas vivíamos juntos en una
pieza redonda
Que pagábamos a medias en un barrio de lujo cerca
del cementerio.
(Algunas noches hubimos de interrumpir nuestra
luna de miel
Para hacer frente a las ratas que se colaban por la
ventana).
Llevaba la víbora un minucioso libro de
cuentas
En el que anotaba hasta el más mínimo centavo que yo
le pedía en préstamo;
No me permitía usar el cepillo de
dientes que yo mismo le había regalado
Y me acusaba de haber
arruinado su juventud:
Lanzando llamas por los ojos me emplazaba
a comparecer ante el juez
Y pagarle dentro de un plazo prudente
parte de la deuda,
Pues ella necesitaba ese dinero para
continuar sus estudios
Entonces hube de salir a la calle a vivir
de la caridad pública,
Dormir en los bancos de las
plazas,
Donde fui encontrado muchas veces moribundo por la
policía
Entre las primeras hojas del otoño.
Felizmente
aquel estado de cosas no pasó más adelante,
Porque cierta vez
en que yo me encontraba en una plaza también
Posando frente a
una cámara fotográfica
Unas deliciosas manos femeninas me
vendaron de pronto la vista
Mientras una voz amada para mí me
preguntaba quién soy yo.
Tú eres mi amor, respondí con
serenidad.
¡Ángel mío, dijo ella nerviosamente,
Permite
que me siente en tus rodillas una vez más!
Entonces pude
percatarme de que ella se presentaba ahora provista de un pequeño
taparrabos.
Fue un encuentro memorable, aunque lleno de notas
discordantes:
Me he comprado una parcela, no lejos del matadero,
exclamó,
Allí pienso construir una especie de pirámide.
En
la que podamos pasar los últimos días de nuestra vida.
Ya he
terminado mis estudios, me he recibido de abogado,
Dispongo de
buen capital;
Dediquémonos a un negocio productivo, los dos,
amor mío, agregó
Lejos del mundo construyamos nuestro
nido.
Basta de sandeces, repliqué, tus planes me inspiran
desconfianza,
Piensa que de un momento a otro mi verdadera
mujer
Puede dejarnos a todos en la miseria más espantosa.
Mis
hijos han crecido ya, el tiempo ha transcurrido,
Me siento
profundamente agotado, déjame reposar un instante,
Tráeme un
poco de agua, mujer,
Consígueme algo de comer en alguna
parte,
Estoy muerto de hambre,
No puedo trabajar más para
ti,
Todo ha terminado entre nosotros.
Carta
a un desterrado
CLARIBEL ALEGRÍA
Mi
querido Odiseo:
Ya no es posible más
esposo mío
que
el tiempo pase y vuele
y no te cuente yo
de mi vida en
Itaca.
Hace ya muchos años
que te fuiste
tu ausencia
nos pesó
a tu hijo
y a mí.
Empezaron a
cercarme
pretendientes
eran tantos
tan tenaces sus
requiebros
que apiadándose un dios
de mi congoja
me
aconsejó tejer
una tela sutil
interminable
que te
sirviera a ti
como sudario.
Si llegaba a concluirla
tendría
yo sin mora
que elegir un esposo.
Me cautivó la idea
que
al levantarse el sol
me ponía a tejer
y destejía por la
noche.
Así pasé tres años
pero ahora, Odiseo,
mi
corazón suspira por un joven
tan bello como tú cuando eras
mozo
tan hábil con el arco
y con la lanza.
Nuestra
casa está en ruinas
y necesito un hombre
que la sepa
regir
Telémaco es un niño todavía
y tu padre un
anciano
preferible, Odiseo
que no vuelvas
los hombres
son más débiles
no soportan la afrenta.
De mi amor hacia
ti
no queda ni un rescoldo
Telémaco está bien
ni
siquiera pregunta por su padre
es mejor para ti
que te
demos por muerto.
Sé por los forasteros
de Calipso
y
de Circe
aprovecha Odiseo
si eliges a Calipso
recuperarás
la juventud
si es Circe la elegida
serás entre sus
chanchos
el supremo.
Espero que esta carta
no te
ofenda
no invoques a los dioses
será en vano
recuerda
a Menelao
con Helena
por esa guerra loca
han perdido
la vida
nuestros mejores hombres
y estas tú donde
estas.
No vuelvas, Odiseo
te suplico.
Tu
discreta Penélope
Muy
buenas tardes mis queridos Diversos, hoy teníamos convocados los
versos del vasco Iribarren pero nos pareció necesario y conveniente
recordar a estos dos poetas que nos dejaron esta semana después de
haber vivido: Nicanor
Parra y Claribel Alegría.
Dos estilos, dos personajes que llenaron nuestra mañana de versos
variados. La belleza, la realidad, la antipoesía y su análisis, los
estilos de vida, todo esto y más compartimos bajo la atenta
mirada de García Márquez. Leímos El
olvido, La víbora, Cambios de nombre de Nicanor
Parra,
y Carta
a un desterrado, Amor, Ese beso de ayer.... de Claribel
Alegría.
Y
respondiendo a estas pérdidas Rosalía escribío La
poesía allende la vida: notas que escribo en mi libreta (roja)
...... como el unicornio cabalga y cabalga. A través de sus
versos habla con el alma de estos poetas que mueren pero nos dejan su
obra para que perduren en el tiempo, esa magnitud que no tiene
negativo. Y Rosalía también nos leyó versos que dedica a su hija
que hoy cumple 20 años: A María, mi hija: bien pareciera
hija de gitana, con un cordón invisible en la vida que jamás te
separa, mujer gavilán...... Siempre es amoroso que trozos
de vida sean compartidos.
Y
decidimos estrenar nuestros sábados de febrero con los versos
de Karmelo Iribarren, en los cuales encontramos los
aromas del norte que nos unen.
Nos
vemos el sábado 3 de febrero con los versos uniendo nuestra mañana
sabatina.
Besos
y versos.