jueves, 21 de mayo de 2020

Nuestro Macondo, sábado 16 de mayo de 2020


Buenos y soleados días mis queridos Diversos. Hoy la crónica de nuestro sábado viene de mano de los sentimientos de Placeres. Añorándonos nos reencontraremos.
Besos y versos 
Ángeles






Otra mañana más de sábado sin vosotros. 
Sin vuestros besos (y os confieso que no soy de las de besar al encontrarse o despedirse, y... hasta a besaros con placer he aprendido y disfrutado) y nuestros versos. 
Os echo de menos a cada uno de vosotros. Formáis parte de mi pincelada de color del sábado por la mañana en el Macondo. Entre todos habéis logrado que los sábados tengan sabor a vida, pasión, risas, roces, besos, complicidad, camaradería, recuerdos, añoranza, descubrimiento, curiosidad, sorpresa, ... y echo de menos cada mañana de sábado vuestro olor, vuestras risas, vuestras miradas y... hasta vuestros “besos” 
María Placeres Martínez Gallego





lunes, 11 de mayo de 2020

Nuestro Macondo, sábado 9 de mayo de 2020



Buenas tardes mis queridos Diversos, otro sábado más sin Macondo pero con poesía. Hoy crónica con imagen y poema que viene de la mano de nuestro Quijote de nombre Alfonso Modroño. Trabajada con cariño y con añoranza de reencuentro en nuestro ríncón. 
Besos y versos.
Ángeles. 



RESEÑA DE UN SÁBADO QUE ESPERA REENCONTRARSE

Hoy he pasado, en mi hora de “desconfitamiento”, por delante del Macondo, y dejé que mi mirada traspasase la vidriera hasta el rincón del fondo… Allí estaban, anclados y en penumbra, los recuerdos. Querría poder pasar; quedarme; sentarme, como tantos sábados, junto a la mesa de mármol.
Ver cómo, de nuevo, los abultados anillos directores que adornan la belleza de las manos que dirigen la velada, se pavonean, orgullosos de su angélica singularidad, y dejan, sobre el blanco pulido de la mesa, la imagen de su sello, personal e intransferible.
Respirar el aroma de las tazas de café junto a unos los libros, predispuestos al placer de los placeres de una foto, pensada y dispuesta bajo la sombra del ala de un sombrero.
Dejarme flagelar por la entrañable incontinencia del pozo del discurso que emerge en antoninos campos preñados de palabras con sabor a ron y son cubano.
Hojear los librillos franciscanos hirviendo en poesía y escuchar esa voz atronadora que los recita, absorbiendo sus finales para que queden flotando en la memoria.
Volar hasta el jardín de los colores y el glamur, con las alas de luz y los matices de una voz carmesí; “torreiro” de un faro de rayos prodigiosos que traspasan el arco del espacio y te transportan a una Francia romántica y bohemia.
Viajar a Yoliandia, y dejarse atrapar por versos efervescentes que, en burgas de poemas de agua hirviente, emanan de su entraña secuestradora de océanos. Dejarme rescatar por la dulzura del beso de su voz, cuando recita en la lengua materna, que acaricia… como acaricia la lluvia en su Galicia la piedra enverdecida.
Sentir el martilleo josefino --minucioso y calibrado--, golpeando el lenguaje, para esculpir cada palabra y presentarla, con todo el esplendor de su significado, sobre un “Mar de chuvia seca” mientras ofrece con generosidad “Los abrazos líquidos” que últimamente ansiamos mucho más.
Oír los adjetivos que fluyen dulcemente del labio, verbo y temple, de un ángel de prudencia que aguarda con paciencia el tiempo de su tiempo; el momento preciso de airear los secretos que ha bendecido la pluma, de castidad carmelita, con la que dibuja versos.
Percibir el calor de ese brasero que recoge la brasa de Diversos, y calienta tertulias entre amigos, camaradas del verso y la palabra, que comparten la locura irrefrenable de amar la poesía.
Y así estuve, un buen rato, repasando, uno a uno, a cada uno de nosotros. Recordando mil gestos, mil cuestiones, mil momentos preciosos, mil poemas… Y pase por Luis Alberto Cuenca, por Luis García Montero, por Antonio Gamoneda, por Miguel Hernández, por Machado, por Baroja, por Lorca, Bécquer, Benedetti, Borges…; y hasta llegue a Gerardo diego y a Walt Whitman, y a Neruda; y recordé a Quevedo, y a Balzac, y a François Villon, y a Vicente Aleixandre; y como no, a mi adorado Juan Ramón Jiménez que me llevo hasta la mismísima Rosalía y a los poetas gallegos.
Andaba ya por los jugosos, diversos, versos de Gloria Fuertes:
<<< Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.
Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes desahuciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.
Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos. >>>

cuando el clásico chasquido rosaliano, que se produce en el preciso momento -- violento y repentino--, del cierre de libreta, ese en el que acaba de leer sus, a veces, silábicos, erráticos, sarcásticos, didácticos, empáticos… pero siempre simpáticos poemas rosalianos, rimados e inspirados; me despertó de mi ensimismamiento.
Fue como estar con vosotros… No sé el tiempo que pasó, pero tuve que salir a toda prisa para llegar a casa, sin pasarme del horario de paseo, y devolver mis huesos a su lugar de reclusión domiciliaria.
Y Aquí me tenéis, con Billy Joel --que hoy cumple setenta años—, escuchando la interpretación de su canción “Piano Man”. Cierro los ojos y voy imaginando el día en que podre enamorarme de un “Gin Tonic”, rodeado de amigos, de música y bullicio, en cualquier bar.
Y sueño, con las once de un sábado cualquiera, entrando en el Macondo para volver a vernos; para escuchar el ruido de las tazas de café sobre la mesa de mármol, dando su aliento humeante a la tertulia política --¡Oh no, perdón, jamás…! --, quiero decir POÉTICA.
Claro que, siempre estará, a mano de la mano reposada, un libro, una canción, un poema, un verso…
Mis queridos Diversos: ¡Buenas tardes…! ¡Hasta pronto!


Alfonso Modroño Márquez.
A Coruña, sábado, 9 de mayo de 2020


SIEMPRE HABRÁ POESÍA

Mientras el mundo gire;
mientras la vida viva;
mientras pueda un corazón latir enamorado
y se guarden suspiros en un rincón del alma;
mientras vuelvan oscuras golondrinas,
jugando, a los cristales de un poeta…,
siempre habrá poesía.

Mientras el sol nos mime;
mientras la brisa siga;
mientras pueda en una flor dormir un beso largo
y se anillen anillos dos manos que se aman;
mientras puedan palabras encendidas
bajar un verso nuevo de una estrella…,
siempre habrá poesía.

Quijote.

A Coruña, 09 de mayo de 2020




domingo, 3 de mayo de 2020

Nuestro Macondo, 2 de mayo de 2020




 “El dos de mayo de 1808 en Madrid, o la lucha contra los mamelucos”- Goya



Buenos días mis queridos Diversos, otro sábado más sin Macondo pero con versos en el horizonte y en el alma.



Sigamos pensando en poesía.
Hoy la crónica viene de la pluma de María Martínez, Gracias por ser y estar
Besos y versos.
Ángeles


2 de Mayo de 2020, crónica de la semana

Fue recién escribir esta fecha y resonar en mi cabeza, como esa melodía que tras repetirse varias veces en la radio de repente tarareas sin saber muy bien por qué, o simplemente se te pega de un modo inconsciente, sin tener en cuenta el menor juicio estético. Sigo pensando y me viene a la cabeza Goya y unos enormes fusiles apuntando a un grupo de presos aterrorizados mientras otros cuerpos yacen en el suelo ya ensangrentados. Con el simple gesto de teclear unas letras en la pantalla , en mi ordenador aparece el cuadro. Descubro que la memoria algo traiciona, aunque no tanto, y los fusilamientos en lugar del día 2 fueron el 3. Como siempre ocurre en las guerras, la de la independencia contra francia y sus tropas no fue sólo `captus de un día´. El 2 de mayo también ocurrió algo y así mismo Goya le dedicó otro cuadro: “El dos de mayo de 1808 en Madrid, o la lucha contra los mamelucos” Al igual que hace un rato la guerra de la independencia capturó mi pensamiento, ahora se lo he prestado a los mamelucos que aunque curiosamente el término haya transcendido en jerga popular como `necio, bobo´ en su origen se trataba de ´mercenarios egípceos quecombatieron al lado de los franceses´. Las alianzas o `trapicheos´ han estado presentes en todas las épocas históricas y como dice Enrique Iglesias en su canción “Si me das, yo también te doy”. Más de doscientos años después seguimos luchando y no ya contra los franceses, sino junto a ellos y muchos otros, contra un enemigo común. Eso es lo que dicen y eso quiero creer, aunque confieso ponerle a veces velas, a sabe dios quien, no vaya a ser que algún país o más bien grupo de poder -a la chita callando- se haya tomado la justicia por su mano. Nuestro enemigo no porta rifles ni granadas y en lugar de dispararnos desde el exterior nos ataca sibilina y silenciosamente dejándose ver sólo cuando el daño está ya hecho; a veces quitándonos el aire y algunas otras la vida: todo dependiendo de la incierta probabilidad como en la lotería.Desde mi ventana enfoco con las gafas bien puestas con la intención de seguirle el rastro al enemigo: no está en ningún sitio concreto pero a la vez puede aparecer en cualquier parte. El único lugar en el que estamos más seguros es en la propia casa, por ello cuando quiero saber algo de la calle me limito a interrogarla desde mi ventana.Ya más de cuarenta días sin salir y esta semana por fortuna hemos asistido al primer cambio. Un montón de pequeñitos han podido junto a sus papás, salir a comprobar por su propio pie, si las calles ocupaban el mismo sitio donde siempre antes habían estado. Martina, que es una de entre todos esos pequeños, estaba tan excitada la noche anterior que cualquier sábana escaparía de su contacto para no verse en unos pocos segundos tirada sobre el suelo. - Papi, !tengo tantas ganas de que llegue mañana! !cómo cuando me dijiste que íbamos al parque de atracciones! - Recuerda que tenemos que ir de la mano, nada de columpios y parques. - Ya pero no me importa, sólo quiero ir a la calle. - Pues señorita, vamos a pasar primero por esta calle que lleva a tu habitación. Ya con Martina en la cama, tras su viaje aéreo hasta la habitación, el padre en el sofá sintió que le pasaba algo así como a Martina. Ahora salir a la calle se había convertido en toda una celebración cuando dos meses atrás era “mierda aplazaron el concierto; está cerrado el bar de la esquina, este no es lo mismo; si no bajan todos yopaso; para comer esto mejor no haber venido”. La concatenación de frases en su cabeza culminó en refranero popular “nada es verdad ni mentira, todo depende del cristal del color con que se mira”.