lunes, 11 de mayo de 2020

Nuestro Macondo, sábado 9 de mayo de 2020



Buenas tardes mis queridos Diversos, otro sábado más sin Macondo pero con poesía. Hoy crónica con imagen y poema que viene de la mano de nuestro Quijote de nombre Alfonso Modroño. Trabajada con cariño y con añoranza de reencuentro en nuestro ríncón. 
Besos y versos.
Ángeles. 



RESEÑA DE UN SÁBADO QUE ESPERA REENCONTRARSE

Hoy he pasado, en mi hora de “desconfitamiento”, por delante del Macondo, y dejé que mi mirada traspasase la vidriera hasta el rincón del fondo… Allí estaban, anclados y en penumbra, los recuerdos. Querría poder pasar; quedarme; sentarme, como tantos sábados, junto a la mesa de mármol.
Ver cómo, de nuevo, los abultados anillos directores que adornan la belleza de las manos que dirigen la velada, se pavonean, orgullosos de su angélica singularidad, y dejan, sobre el blanco pulido de la mesa, la imagen de su sello, personal e intransferible.
Respirar el aroma de las tazas de café junto a unos los libros, predispuestos al placer de los placeres de una foto, pensada y dispuesta bajo la sombra del ala de un sombrero.
Dejarme flagelar por la entrañable incontinencia del pozo del discurso que emerge en antoninos campos preñados de palabras con sabor a ron y son cubano.
Hojear los librillos franciscanos hirviendo en poesía y escuchar esa voz atronadora que los recita, absorbiendo sus finales para que queden flotando en la memoria.
Volar hasta el jardín de los colores y el glamur, con las alas de luz y los matices de una voz carmesí; “torreiro” de un faro de rayos prodigiosos que traspasan el arco del espacio y te transportan a una Francia romántica y bohemia.
Viajar a Yoliandia, y dejarse atrapar por versos efervescentes que, en burgas de poemas de agua hirviente, emanan de su entraña secuestradora de océanos. Dejarme rescatar por la dulzura del beso de su voz, cuando recita en la lengua materna, que acaricia… como acaricia la lluvia en su Galicia la piedra enverdecida.
Sentir el martilleo josefino --minucioso y calibrado--, golpeando el lenguaje, para esculpir cada palabra y presentarla, con todo el esplendor de su significado, sobre un “Mar de chuvia seca” mientras ofrece con generosidad “Los abrazos líquidos” que últimamente ansiamos mucho más.
Oír los adjetivos que fluyen dulcemente del labio, verbo y temple, de un ángel de prudencia que aguarda con paciencia el tiempo de su tiempo; el momento preciso de airear los secretos que ha bendecido la pluma, de castidad carmelita, con la que dibuja versos.
Percibir el calor de ese brasero que recoge la brasa de Diversos, y calienta tertulias entre amigos, camaradas del verso y la palabra, que comparten la locura irrefrenable de amar la poesía.
Y así estuve, un buen rato, repasando, uno a uno, a cada uno de nosotros. Recordando mil gestos, mil cuestiones, mil momentos preciosos, mil poemas… Y pase por Luis Alberto Cuenca, por Luis García Montero, por Antonio Gamoneda, por Miguel Hernández, por Machado, por Baroja, por Lorca, Bécquer, Benedetti, Borges…; y hasta llegue a Gerardo diego y a Walt Whitman, y a Neruda; y recordé a Quevedo, y a Balzac, y a François Villon, y a Vicente Aleixandre; y como no, a mi adorado Juan Ramón Jiménez que me llevo hasta la mismísima Rosalía y a los poetas gallegos.
Andaba ya por los jugosos, diversos, versos de Gloria Fuertes:
<<< Nací para poeta o para muerto,
escogí lo difícil
—supervivo de todos los naufragios—,
y sigo con mis versos,
vivita y coleando.
Nací para puta o payaso,
escogí lo difícil
—hacer reír a los clientes desahuciados—,
y sigo con mis trucos,
sacando una paloma del refajo.
Nací para nada o soldado,
y escogí lo difícil
—no ser apenas nada en el tablado—,
y sigo entre fusiles y pistolas
sin mancharme las manos. >>>

cuando el clásico chasquido rosaliano, que se produce en el preciso momento -- violento y repentino--, del cierre de libreta, ese en el que acaba de leer sus, a veces, silábicos, erráticos, sarcásticos, didácticos, empáticos… pero siempre simpáticos poemas rosalianos, rimados e inspirados; me despertó de mi ensimismamiento.
Fue como estar con vosotros… No sé el tiempo que pasó, pero tuve que salir a toda prisa para llegar a casa, sin pasarme del horario de paseo, y devolver mis huesos a su lugar de reclusión domiciliaria.
Y Aquí me tenéis, con Billy Joel --que hoy cumple setenta años—, escuchando la interpretación de su canción “Piano Man”. Cierro los ojos y voy imaginando el día en que podre enamorarme de un “Gin Tonic”, rodeado de amigos, de música y bullicio, en cualquier bar.
Y sueño, con las once de un sábado cualquiera, entrando en el Macondo para volver a vernos; para escuchar el ruido de las tazas de café sobre la mesa de mármol, dando su aliento humeante a la tertulia política --¡Oh no, perdón, jamás…! --, quiero decir POÉTICA.
Claro que, siempre estará, a mano de la mano reposada, un libro, una canción, un poema, un verso…
Mis queridos Diversos: ¡Buenas tardes…! ¡Hasta pronto!


Alfonso Modroño Márquez.
A Coruña, sábado, 9 de mayo de 2020


SIEMPRE HABRÁ POESÍA

Mientras el mundo gire;
mientras la vida viva;
mientras pueda un corazón latir enamorado
y se guarden suspiros en un rincón del alma;
mientras vuelvan oscuras golondrinas,
jugando, a los cristales de un poeta…,
siempre habrá poesía.

Mientras el sol nos mime;
mientras la brisa siga;
mientras pueda en una flor dormir un beso largo
y se anillen anillos dos manos que se aman;
mientras puedan palabras encendidas
bajar un verso nuevo de una estrella…,
siempre habrá poesía.

Quijote.

A Coruña, 09 de mayo de 2020




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