Muy buenos días mis queridos Diversos, el broche a este año tan raro nos lo pone un poema navideño de nuestro Paco.
Disfrutad del poema y de la navidad y del saber que estamos unidos por versos y besos aunque no sean visibles. Volverán, volveremos.
Que seamos felices.
Ángeles
Simplemente recordaros que todavía estamos aquí y tenemos, necesitamos
volver a tomar un café juntos y disfrutar del arte en general. Hablar de pintura, de teatro, de literatura de poesía y escucharnos y saber que estamos ahí. Así que simplemente desearos unas sufridas y felices Navidades y que con la uva número doce se empiecen a cumplir los buenos deseos de todos nosotros. Besos y abrazos con o sin mascarilla pero siempre pensando en lo maravilloso que es seguir estando juntos.
Os mando este poema que escribí hace veinte años recordando el antes y el después de una vida, la mía.
Una historia de Navidad
Es tan simple y tan sencillo
solamente basta con recordar los recuerdos:
- De tarde no trabajo
intentaremos llegar pronto
aún son las seis, pararemos antes
para decir ¡Hola y Adiós! Vendremos mañana -
Y después continuar el viaje
para llegar antes de las diez.
- ¡Aquí estamos, ya llegamos! ¿Cómo estáis?
Nosotros estamos bien.
¡Hola Mamá! ¡Hola Papá!
¡Luisa, Andrés! ¿Y las niñas? ¡Hola!
Un beso al tío-
-Vamos, pronto, van a dar las diez-
Los huevos duros rellenos
las aceitunas, un vino
como siempre antes de la cena.
Después los gambones
-¡Muy sabrosos!
Son mejores que los del 96 -
Tal vez pescado, los postres
turrón, orejones ¡Como no! Ciruelas
El champán
y por fin Papá Noel y Vania y Aulia
y Breón y las niñas y todos
¿Estáis bien? –
………………………………………
El tiempo ha pasado
casi son las diez.
Hoy no continuamos y paramos
¡Vendremos pronto ya veréis!
El abuelo ya no está, pero sí la abuela
y la tía y el tío
y nosotros tres.
Vania no viene, trabaja
y está lejos, muy lejos.
Ya no nos vamos, tampoco está el abuelo
y la abuela está lejos
y no viene, y los tíos y las niñas
cenarán con sus abuelos y sus tíos
a los que yo, ya no veré.
Ya no hay gambones, ni aquel vino
ni aceitunas, ni el turrón
y tampoco Papá Noel, estamos solos
sin el tiempo que se fue.
Están mis hijos y mi esposa
y aunque alguno esté lejos
siempre cerca lo tendré.
Pero hay un tiempo que nos falta
y es un tiempo de una vida que se fue
y con ella también se han ido
mis ilusiones, mi inocencia, mis cariños
y los años que perdí
buscando entre las nubes
una estrella
que deseé con tanto ahínco
y que nunca divisé. Francisco E. Vila, 2002