domingo, 22 de diciembre de 2019

Nuestro Macondo, sábado 21 de diciembre de 2019







Muy buenos días queridos Diversos. Ayer a pesar de borrascas, vientos, lluvias y demás inclemencias nos dirigimos a nuestro rincón del Macondo y realmente valió la pena. La mañana se desarrolló entre versos y risas y el rato de vida compartido se convirtió en un verdadero placer.
Comenzamos con un momento irrepetible, acompañamos nuestros cafés y tes con unas pastas de la mítica Confitería Hildita, que a fin de año cierra y ya no nos podrá endulzar la vida.
Y después comenzaron a surgir versos en diferentes formas y presencias. Aparecieron versos de ausentes y presentes referidos a la navidad y al mar, a la tristeza, a la magia, a la infancia, a los recuerdos, al amor  y desamor, a los hogares perdidos, a las bocas exploradas, a las lágrimas con letras, a los incendios arrasadores, a la luz y a la luna. Compendió de versos compartidos y escuchados que caminan de unos a otros. 
Y después nos dedicamos a hacer un cadáver exquisito entre todos, resultando un poemas original y sorprendente, que nos hizo sonreír. Y también como navidad que se precie, plasmamos en un papel un deseo para el año que viene y se lo pedimos a la magia del momento, fue un compartir de sentimientos y alegrías. 
Y terminamos la mañana, sin querer, con las llamas de bomberos y pensamientos claros y oscuros, y ya carcajadas en el aire.
Y quedamos convocados para el 2020 (precioso número) para compartir como siempre besos y versos. Será el 11 de enero. 
Que seamos felices 
Ángeles 




sábado, 21 de diciembre de 2019

Nuestro Macondo, sábado 14 de diciembre de 2019








Semanas de Julia Uceda
Cuántos lunes y martes
en el polvo, detrás, por los caminos.
Serían diferentes entre sí, pero todos
parecían el mismo.

Busco las sillas, las ventanas, los lechos
de la fiebre o el llanto, del diente dolorido,
a esos lunes o martes, y ya todos
están fuera de sitio.

Forman montón de cosas, horas,
piedras, palabras, lápices, destinos,
pero fueron cruzando la puerta de hacia adentro
con mucho frío.

A veces los despierta una canción
antigua, una esquina, un amigo,
y me hace gracia de que todos entonces
me parezcan domingos

Muy buenos y lluviosas tardes. Los pies en nuestra mañana de sábado nos llevaron a nuestro rincón en el café de Macondo y allí nos encontramos con versos propios y ajenos, con palabras que vuelan, con bombones para compartir, con sonrisas cómplices, con imágenes para recordar...... Y con una rama y unos bombones montamos nuestro propio árbol de Navidad que nos supo a besos y versos.
Y comenzamos hablando del los días, de esos lunes que con una caricia se transforman en domingo. Y para ello tomamos el poema de Julia  Uceda titulado Semanas, esta autora fue galardonada recientemente  con el premio García Lorca de poesía, esta escritora sevillana está viviendo en Ferrol, estaría fabuloso que nos pudiésemos encontrar y compartiésemos un rato de vida, puede ser un plan a desarrollar para el año que viene. Después escuchamos el poema Ayer de Ángel González, en este poema los días también varían según las vivencias que los pueblen, y también nos habla de la necesidad de vivir cada día porque ningún día vuelve.....

Ayer de Ángel González

Ayer fue miércoles toda la mañana.
Por la tarde cambió:
se puso casi lunes,
la tristeza invadió los corazones
y hubo un claro
movimiento de pánico hacia los
tranvías
que llevan los bañistas hasta el río.

A eso de las siete cruzó el cielo
una lenta avioneta, y ni los niños
la miraron.
Se desató
el frío,
alguien salió a la calle con sombrero,
ayer, y todo el día
fue igual,
ya veis
qué divertido,
ayer y siempre ayer y así hasta ahora,
continuamente andando por las calles
gente desconocida,
o bien dentro de casa merendando
pan y café con leche, ¡qué
alegría!

La noche vino pronto y se encendieron
amarillos cálidos faroles,
y nadie pudo
impedir que al final amaneciese
el día de hoy,
tan parecido
pero
¡tan diferente en luces y aroma!

Por eso mismo,
porque es como os digo
dejadme que os hable
de ayer, una vez más
de ayer: el día
incomparable que ya nadie nunca
volverá a ver jamás sobre la tierra.  

Y después leí una poesía mía titulada Poesía circaseptana, en la que los días de la semana son los protagonistas de un ciclo que no creó la naturaleza, lo creó el hombre.
María José nos leyó Filantropía, poema creado a raíz de la expedición que salió de Coruña con la vacuna de la viruela iniculada en niños del hospicio ( Felicidade inxenua de días azuis, choro con xúbilo esperanzado), poema en el cual varios de  nosotros vemos el estilo rosaliano. Después Paco nos declamó El vino amargo (Vierte el guerrero en la mesa el vino amargo de la tristeza.....), conocimos otra faceta de Paco, somos poliédricos y tenemos caras y vértices. Alfonso nos describió con palabras dulces a su nieta Carlota con la mirada tierna de un abuelo (Se ríe como se ríen los girasoles al sol). Y Carmen Pavón compartió con nosotros su poema titulado La palabra (una simple alegría se convirtió en un sencillo lenguaje...).
Y aparecieron versos de Lucía Jares, de María Suárez y por supuesto del maravilloso Ángel González (Meriendo algunas tardes, Eso era amor!!). Y Antonio nos dice que "Las palabras son alas de mariposa que acarician el alma" (aunque a veces también las palabras puedan ser bofetadas en el orgullo y en la vida).
Y decidimos cerrar nuestro año poético el próximo sábado con poemas propios y realizando un cadáver exquisito, que casi siempre tiene un resultado sorprendente y atractivo.
Recuerden que en El Macondo hay participaciones para la lotería de Navidad, por si quieren cumplir algún capricho.
Y sin más nos despedimos entre besos, versos y sabor a chocolate.







martes, 10 de diciembre de 2019

Nuestro Macondo, sábado 7 de diciembre de 2019


Lady Lázaro

Sylvia Plath
Lo logré otra vez,
Me las arreglo —
Una vez cada diez años.
Especie de fantasmal milagro, mi piel
Brillante como una pantalla nazi,
Mi diestro pie
Es un pisapapel,
Mi rostro un fino lienzo
Judío y sin rasgos.
Descascara la envoltura
Oh, mi enemigo,
¿Aterro acaso? —
¿La nariz, las cuencas vacías, los dientes?
El apestoso aliento
Se desvanecerá en un día.
Pronto, muy pronto, la carne
Que la tumba devoró
Se sentirá bien en mí
Y yo una mujer que sonríe.
Tengo sólo treinta años.
Y como gato he de morir nueve veces.
Esta es la Número Tres.
Qué desperdicio
Eso de aniquilarse cada década.
Qué millón de filamentos.
La multitud mascando maní se agolpa
Para verlos.
Cómo me desenvuelven la mano, el pie —
El gran desnudamiento.
Damas y caballeros.
Estas son mis manos
Mis rodillas.
Soy tal vez huesos y pellejo.
Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer.
La primera vez que sucedió tenía diez.
Fue un accidente.
La segunda vez pretendí
Superarme y no regresar jamás.
Oscilé callada.
Como una concha marina.
Tenían que llamar y llamar
Recoger mis gusanos como perlas pegajosas/
Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Lo hago para sentirme hasta las heces.
Lo ejecuto para sentirlo real.
Podemos decir que poseo el don.
Es bastante fácil hacerlo en una celda.
Muy fácil hacerlo y no perder las formas.
Es el mismo
Retorno teatral a pleno día
Al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal
Y divertido:
Milagro!”
Que me liquida.
Luego una carga a fondo
Para ojear mis cicatrices, y otra
Para escucharme el corazón –
De verdad sigue latiendo.
Y hay otra y otra arremetida grande
Por una palabra, por tocar
O por un poquito de sangre
O por unos cabellos o por mi ropa.
Bien, bien, está bien Herr Doktor.
Bien. Herr Enemigo.
Yo soy vuestra obra maestra,
Su pieza de valor,
La bebé de oro puro
Que se disuelve con un chillido.
Me doy vuelta y ardo.
No creas que no valoro tu gran cuidado.
Ceniza, ceniza —
Ustedes atizan, remueven.
Carne, hueso, nada queda 00
Una barra de jabón,
Una alianza de bodas.
Un empaste de oro.
Herr Dios, Herr Lucifer
Cuidado.
Cuidado.
Desde las cenizas me levanto
Con mi cabello rojo
Y devoro hombres como el aire.
1965
Muy buenos días de domingo lluvioso mis queridos Diversos. En la mañana de sábado nos dirigimos hacia nuestra mesa del fondo del café de Macondo, ese día que se desarrollaba entre festivo y domingo. Pero en nuestro rincón encontramos versos, miradas, consejos, libros y planes. Todo un lujo.

Escuchamos los versos de Sylvia Plath en su poema Lady Lázaro, donde habla de la opresión y la injusticia desde la óptica particular de esta mujer atormentada que decidió terminar tempranamente con su existencia. Y compartimos los versos de Idea Vilariño de su poema Ya no, esa cruda y sencilla despedida de un amor imposible (Ya no te veré morir). 
Y recibimos los libros correspondientes a nuestra suscripción a la Editorial Espiral Maior de poesía. Estos autores los trataremos en sábados sucesivos.


Y por supuesto tuvimos versos propios de Paco, versos de su autoría que encontró y completó (La amé sin atreverme a creer........ por creer que un segundo era eterno). Nuestro poeta  sigue en la brecha llenando nuestras mañanas de romanticismo.
Y vino Pedro Castro para hacernos hacer planes para la presentación del Romance da Dama Gelda, que quiere hacer en San Andrés de Teixido la próxima primavera. Es agradable planificar para compartir. 
Y nos despedimos entre besos y versos para reencontrarnos el próximo sábado.
Ángeles.






jueves, 5 de diciembre de 2019

Nuestro Macondo, sábado 30 de Noviembre de 2019



El sábado pasado, último de Noviembre, en Macondo. Y a pesar del Black Friday aquí no hay rebajas, todo el arte al precio del diamante pues hay que hacerse valer. Estábamos solos (en el reservado del fondo) María José, Rosalía, Antonio y yo. Después llegó Ana acompañada por una multitud (de bacterias), tenía un trancazo, desde hacía días, bastante gordo. Así que otra vez “Abarrote en el Parrote”, pero esta vez de “bichitos”. Pues bien, nos pusimos a hablar de “el Arte de la Vida”, sobre todo de la vida de los que más “vida” teníamos. De nuestras andanzas, de nuestras vivencias. También hablamos y habló Rosalía de sus exámenes en las Canarias, no de vacaciones, de exámenes. Y leímos y hablamos del “Elogio a la rareza o la poética de la poética” de Christian Wiman mientras dirigió la revista Poetry. Y nos explica que: un poema sin extrañeza e inexplicablemente más allá de la voluntad del poeta no es un poema. Maria José matizó: si no crees en la poesía no puedes escribir poesía. Y nos leyó su “Poesía sublimada” Dun verso arrinca outro… mentres sorrío e choro… Antonio aclaró: “Un prosista es un fundidor de oro, un poeta es un orfebre”. Y echamos mano de una aclaración que hizo Gloria Fuertes (mi Gloria) en su momento: Si hay poetas que escriben bien y no dicen nada es que no escriben bien. Alguien del grupo, en un momento de inspiración poética pues en eso estábamos, afirmó taxativamente que. “Para mi un buen poema es como un orgasmo” Creo que hubo unanimidad. Rosalía leyó: “Y suena rumba y en la música hay poesía” María José leyó por último “Desdibujada”: Apenas un borrón en un papel viejo… Ella clama sin voz… Y por mi parte me pasé, pero como yo leo muy rápido, logré no cansarlos con cuatro poemas de mi autoría. Con el primero creí que me iban a suplicar que parara, pero como son buenos amigos no lo hicieron. Así que comencé con “Poeta” Hoy he visto a un poeta observando qué es la vida… +142 versos +, la verdad es que son muy buenos compañeros. El siguiente mucho más breve “La amé”. Por cierto este lo colgué en Facebook. “Me llamaron…”, fue el tercero: Me llamaron ¡Loco! porque hablaba conmigo mismo… Y por último “¿Alguna vez te preguntaste…” ¿Dónde están las puertas de la vida? ¿Quién las abre y quién las cierra? Y después los dejé descansar quedando, a pesar de mi, hasta el próximo sábado en la mesa del fondo del Macondo. Besos y versos para tod@s.

martes, 26 de noviembre de 2019

Nuestro Macondo, sábado 23 de Noviemebre de 2019


Muy buenas noches mis queridos Diversos, la crónica de hoy la vemos desde otra perspectiva, desde la ventana de Antonio Campos Romay. Gracias Antonio.
Las fotos que aparecen son de Placeres.
Y besos y versos hasta el próximo sábado 


DESDE MI VENTANA

EN EL CIELO DE MACONDO.

Desde un recogido Macondo virtual, vagando por sus “cien años de soledad” entre el revoloteo travieso de coquetonas mariposas, sonríe socarrón y bondadoso Gabo García Márquez, como “el general en su laberinto”,  ante los libros y fieles que se concitan con las musas frente a una mesa y un café cada sábado.

Luis García Montero cantando la “Cuarentena” desde las hojas de un poemario se muestra compungido con el paso del tiempo…

Con qué ferocidad y a qué hora importuna
salen tus veinte años de la fotografía
para exigirme cuentas.
En los ojos heridos por la luz
sostienes la mirada de mis sobras,
en el descaro de tus profecías
desdeñas la lealtad de mis recuerdos,
en la piel transparente
anegas el cansancio de mi piel
y defines mis años por traiciones”

Su padre espiritual, D. Ángel González, Catedrático, profesor  de Literatura licenciado en Derecho y genial amante de divagaciones ensoñadoras podría darle un poético contrapunto de “Cumpleaños”…

  “Yo comprendo: he vivido
un año más, y eso es muy duro.
¡Mover el corazón todos los días
casi cien veces por minuto!

Para vivir un año es necesario
morirse muchas veces mucho”.

Y así entre un granadino, maestro joven de las letras, catedrático de Literatura, hoy metido a director del Instituto Cervantes como profeta de la palabra castellana y el viejo maestro ovetense, tiempo ha trazando sus versos en las nubes, se fue otra mañana en un día que ya es menos despedido intermitentemente por un velo de lluvia.



lunes, 18 de noviembre de 2019

Nuestro Macondo, sábado 16 de Noviembre de 2019






Hoy, haciendo gala de ese dicho tan coruñés de “Abarrote en el Parrote”, éramos cuatro. Pero una tertulia sobre arte, sobre literatura, sobre la vida, con cuatro tertulianos, con tres, con dos o incluso con uno mirándose al espejo y con un poco de imaginación poética (p.e.), llega y sobra para estar completa.
Marina, que no la conocía y es una de las fundadoras de la tertulia y muy, muy agradable, por cierto. María José, que ya nos conocíamos y tan agradable también. Y Antonio, Antonio, Antonio, qué vamos a decir de él si es una fuente inagotable de sabiduría y simpatía donde la podemos comprobar en sus artículos diarios en Facebook.
Pues bien, entre los cuatro hablamos de mil y una cosas y entre ellas, como no, de poesía. Marina nos acercó a un tema poco conocido en el que se basa el libro de Guojian Chen, editado en Visor y de título “Antología de poetas prostitutas chinas”. De esa Antología nos leyó dos poemas: “Dedicado a mi amigo Tu Fang”
escrito por Li Ye.
“… cuando volvamos a vernos te diré todo lo que estoy sufriendo”.
Y “El arroyo otoñal” de Xue Tao.
“… diez cuerdas de cítara
susurrando desde lejos…”
Poetas obligadas con sus poemas a hacer más atractivo el negocio, en aquellos tiempos y lugares.
María José nos leyó, de su autoría, “Mi encuentro”.
“… existió un tiempo en el que me sentía perdida…
… pero el día de mi renacimiento ha llegado.”
Y por último yo recuperé dos poemas de hace años
Se va el sol…
… sangra el sol por el horizonte con deseos de volver…”
y “Creí que el hielo podría derretirse…”
Y antes de que el sol se congelara y nos congelara a todos, nos fuimos, con el deseo de que el próximo sábado el Parrote entre en el Macondo llenando la mesa del fondo.

sábado, 9 de noviembre de 2019

Nuestro MAcondo, 9 de Noviembre de 2019


CRÓNICA DE UNA JORNADA EN LA QUE IBA Y VENIA LA HABANA


Dijo un tertuliano, siempre alegre y jocoso, de nombre Antonio “que la Habana y sus habitantes eran como cebollas,” la cebolla como el macondo, tiene multitud de hojas, hojas que van descubriendo el alma de lo que llevamos dentro, en una crónica que hoy será para mí, un guiso en olla.
Es tiempo de cuchara, es tiempo de lentejas, de comer una fabada, a nadie le apetece las hojas verdes de una ensalada, y como si Sara lo supiera, nos trajo un poema para abrir el apetito, bajo el delicioso nombre de espiral de otoño, con el mismo color que tienen las hojas de su libreta, nos hizo escuchar al viento cantar a la luz de la mañana, y caminar infatigables, sintiendo a nuestros pies, el sonido de la hojarasca, en espera de que llegue otra primavera.
Y pelando la cebolla Paco sacó las primeras hojas, unas hojas otoñales que fueron revelando el miedo; el miedo a perder el alma, el miedo a que la vida no te deje vivir, el miedo a las ratas, el miedo a las mentiras a medias, el miedo a las noches oscuras, el miedo… al miedo.
Fue Maricarmen quién siguió desvelando la cebolla y en un sutil poema de su propia cosecha nos describió y aportó la hipócrita guerra, esculpiendo con imágenes el terror y el contraste de una guerra “Entre los escombros de muerte asoman trozos de cerámica” “ Países innombrables buscan soluciones” “ que dormirán eternamente”
Como si supiésemos que la cebolla da sabor y en sus hojas hay dolor, se derramaron las necesarias lágrimas con un poema bajo el título decepción, en él que Alfonso nos trasladó a sentimientos encontrados entre el deseo de volver a empezar, comprar un billete de avión y llenar una mochila; cuando la ciudad desborda tus principios, roba la dignidad del vecino, y te hace sentir como una marioneta. (Más el Quijote nunca dejó de pelear con el viento y las lágrimas de la cebolla siempre supieron dar sabor a la olla.)
Y ya pelada, volvió la Habana, cómo un misterio, para dar más condimento a un guiso que se me antoja será de lo más rico, con un poema de la de Castro, hallado entre las hojas de un buen libro, que a todos, para enriquecer el plato, nos regaló Don Perico, con esos, sus dibujos, que alimentan alma y espíritu.
i a Haban me vou…
¡Adiós, adiós, prendas
Do meu corazón!
Ya sólo nos faltaba la carne o el sexo, pese a mi empeño, desde el primer momento, se hizo de esperar y se hizo de rogar, pero en la olla siempre es fundamental, llegó en la voz de un grande, Angel González, quien lo aportó a la “sazón”:
Escribir un poema se parece a un orgasmo:
Mancha la tinta tanto como el semen,
Mancha la tinta tanto como el semen
Empreña también más, en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
En las que manoseo las palabras
Muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
Les levanto las faldas con mis dedos,
.
Lo expresaba muy bien César Vallejo:
Lo digo y no me corro.”
Pero él disimulaba”
Ya sólo restaba el final, la sal, y para ello qué mejor que antes de cerrar la pota, poner una dosis de un poema de Paco con un nombre mágico, sueños, que acabó diciendo, “he tenido un sueño, soy POETA”
Y así, en espera de que el guiso os haya gustado, no ha sido en modo alguno un plato precocinado, daros las gracias por ser todos unos estupendos cocineros.
Un beso, Rosalía