El sábado pasado, último
de Noviembre, en Macondo. Y a pesar del Black Friday aquí no hay
rebajas, todo el arte al precio del diamante pues hay que hacerse
valer. Estábamos solos (en el reservado del fondo) María José,
Rosalía, Antonio y yo. Después llegó Ana acompañada por una
multitud (de bacterias), tenía un trancazo, desde hacía días,
bastante gordo. Así que otra vez “Abarrote en el Parrote”, pero
esta vez de “bichitos”. Pues bien, nos pusimos a hablar de “el
Arte de la Vida”, sobre todo de la vida de los que más “vida”
teníamos. De nuestras andanzas, de nuestras vivencias. También
hablamos y habló Rosalía de sus exámenes en las Canarias, no de
vacaciones, de exámenes. Y leímos y hablamos del “Elogio a la
rareza o la poética de la poética” de Christian Wiman mientras
dirigió la revista Poetry. Y nos explica que: un poema sin extrañeza
e inexplicablemente más allá de la voluntad del poeta no es un
poema. Maria José matizó: si no crees en la poesía no puedes
escribir poesía. Y nos leyó su “Poesía sublimada” Dun verso
arrinca outro… mentres sorrío e choro… Antonio aclaró: “Un
prosista es un fundidor de oro, un poeta es un orfebre”. Y echamos
mano de una aclaración que hizo Gloria Fuertes (mi Gloria) en su
momento: Si hay poetas que escriben bien y no dicen nada es que no
escriben bien. Alguien del grupo, en un momento de inspiración
poética pues en eso estábamos, afirmó taxativamente que. “Para
mi un buen poema es como un orgasmo” Creo que hubo unanimidad.
Rosalía leyó: “Y suena rumba y en la música hay poesía” María
José leyó por último “Desdibujada”: Apenas un borrón en un
papel viejo… Ella clama sin voz… Y por mi parte me pasé, pero
como yo leo muy rápido, logré no cansarlos con cuatro poemas de mi
autoría. Con el primero creí que me iban a suplicar que parara,
pero como son buenos amigos no lo hicieron. Así que comencé con
“Poeta” Hoy he visto a un poeta observando qué es la vida…
+142 versos +, la verdad es que son muy buenos compañeros. El
siguiente mucho más breve “La amé”. Por cierto este lo colgué
en Facebook. “Me llamaron…”, fue el tercero: Me llamaron ¡Loco!
porque hablaba conmigo mismo… Y por último “¿Alguna vez te
preguntaste…” ¿Dónde están las puertas de la vida? ¿Quién
las abre y quién las cierra? Y después los dejé descansar
quedando, a pesar de mi, hasta el próximo sábado en la mesa del
fondo del Macondo. Besos y versos para tod@s.
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