martes, 10 de diciembre de 2019

Nuestro Macondo, sábado 7 de diciembre de 2019


Lady Lázaro

Sylvia Plath
Lo logré otra vez,
Me las arreglo —
Una vez cada diez años.
Especie de fantasmal milagro, mi piel
Brillante como una pantalla nazi,
Mi diestro pie
Es un pisapapel,
Mi rostro un fino lienzo
Judío y sin rasgos.
Descascara la envoltura
Oh, mi enemigo,
¿Aterro acaso? —
¿La nariz, las cuencas vacías, los dientes?
El apestoso aliento
Se desvanecerá en un día.
Pronto, muy pronto, la carne
Que la tumba devoró
Se sentirá bien en mí
Y yo una mujer que sonríe.
Tengo sólo treinta años.
Y como gato he de morir nueve veces.
Esta es la Número Tres.
Qué desperdicio
Eso de aniquilarse cada década.
Qué millón de filamentos.
La multitud mascando maní se agolpa
Para verlos.
Cómo me desenvuelven la mano, el pie —
El gran desnudamiento.
Damas y caballeros.
Estas son mis manos
Mis rodillas.
Soy tal vez huesos y pellejo.
Sin embargo, soy la misma, idéntica mujer.
La primera vez que sucedió tenía diez.
Fue un accidente.
La segunda vez pretendí
Superarme y no regresar jamás.
Oscilé callada.
Como una concha marina.
Tenían que llamar y llamar
Recoger mis gusanos como perlas pegajosas/
Morir
Es un arte, como cualquier otra cosa.
Yo lo hago excepcionalmente bien.
Lo hago para sentirme hasta las heces.
Lo ejecuto para sentirlo real.
Podemos decir que poseo el don.
Es bastante fácil hacerlo en una celda.
Muy fácil hacerlo y no perder las formas.
Es el mismo
Retorno teatral a pleno día
Al mismo lugar, mismo rostro, grito brutal
Y divertido:
Milagro!”
Que me liquida.
Luego una carga a fondo
Para ojear mis cicatrices, y otra
Para escucharme el corazón –
De verdad sigue latiendo.
Y hay otra y otra arremetida grande
Por una palabra, por tocar
O por un poquito de sangre
O por unos cabellos o por mi ropa.
Bien, bien, está bien Herr Doktor.
Bien. Herr Enemigo.
Yo soy vuestra obra maestra,
Su pieza de valor,
La bebé de oro puro
Que se disuelve con un chillido.
Me doy vuelta y ardo.
No creas que no valoro tu gran cuidado.
Ceniza, ceniza —
Ustedes atizan, remueven.
Carne, hueso, nada queda 00
Una barra de jabón,
Una alianza de bodas.
Un empaste de oro.
Herr Dios, Herr Lucifer
Cuidado.
Cuidado.
Desde las cenizas me levanto
Con mi cabello rojo
Y devoro hombres como el aire.
1965
Muy buenos días de domingo lluvioso mis queridos Diversos. En la mañana de sábado nos dirigimos hacia nuestra mesa del fondo del café de Macondo, ese día que se desarrollaba entre festivo y domingo. Pero en nuestro rincón encontramos versos, miradas, consejos, libros y planes. Todo un lujo.

Escuchamos los versos de Sylvia Plath en su poema Lady Lázaro, donde habla de la opresión y la injusticia desde la óptica particular de esta mujer atormentada que decidió terminar tempranamente con su existencia. Y compartimos los versos de Idea Vilariño de su poema Ya no, esa cruda y sencilla despedida de un amor imposible (Ya no te veré morir). 
Y recibimos los libros correspondientes a nuestra suscripción a la Editorial Espiral Maior de poesía. Estos autores los trataremos en sábados sucesivos.


Y por supuesto tuvimos versos propios de Paco, versos de su autoría que encontró y completó (La amé sin atreverme a creer........ por creer que un segundo era eterno). Nuestro poeta  sigue en la brecha llenando nuestras mañanas de romanticismo.
Y vino Pedro Castro para hacernos hacer planes para la presentación del Romance da Dama Gelda, que quiere hacer en San Andrés de Teixido la próxima primavera. Es agradable planificar para compartir. 
Y nos despedimos entre besos y versos para reencontrarnos el próximo sábado.
Ángeles.






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