Hoy, haciendo
gala de ese dicho tan coruñés de “Abarrote en el Parrote”,
éramos cuatro. Pero una tertulia sobre arte, sobre literatura, sobre
la vida, con cuatro tertulianos, con tres, con dos o incluso con uno
mirándose al espejo y con un poco de imaginación poética (p.e.),
llega y sobra para estar completa.
Marina, que no
la conocía y es una de las fundadoras de la tertulia y muy, muy
agradable, por cierto. María José, que ya nos conocíamos y tan
agradable también. Y Antonio, Antonio, Antonio, qué vamos a decir
de él si es una fuente inagotable de sabiduría y simpatía donde la
podemos comprobar en sus artículos diarios en Facebook.
Pues bien, entre
los cuatro hablamos de mil y una cosas y entre ellas, como no, de
poesía. Marina nos acercó a un tema poco conocido en el que se basa
el libro de Guojian Chen, editado en Visor y de título “Antología
de poetas prostitutas chinas”. De esa Antología nos leyó dos
poemas: “Dedicado a mi amigo Tu Fang”
escrito por Li
Ye.
“… cuando
volvamos a vernos te diré todo lo que estoy sufriendo”.
Y “El arroyo
otoñal” de Xue Tao.
“… diez
cuerdas de cítara
susurrando desde
lejos…”
Poetas obligadas
con sus poemas a hacer más atractivo el negocio, en aquellos tiempos
y lugares.
María José nos
leyó, de su autoría, “Mi encuentro”.
“… existió
un tiempo en el que me sentía perdida…
… pero el
día de mi renacimiento ha llegado.”
Y por último yo
recuperé dos poemas de hace años
“Se va el sol…
… sangra
el sol por el horizonte con deseos de volver…”
y “Creí que
el hielo podría derretirse…”
Y antes de que
el sol se congelara y nos congelara a todos, nos fuimos, con el deseo
de que el próximo sábado el Parrote entre en el Macondo llenando la
mesa del fondo.
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