sábado, 9 de noviembre de 2019

Nuestro MAcondo, 9 de Noviembre de 2019


CRÓNICA DE UNA JORNADA EN LA QUE IBA Y VENIA LA HABANA


Dijo un tertuliano, siempre alegre y jocoso, de nombre Antonio “que la Habana y sus habitantes eran como cebollas,” la cebolla como el macondo, tiene multitud de hojas, hojas que van descubriendo el alma de lo que llevamos dentro, en una crónica que hoy será para mí, un guiso en olla.
Es tiempo de cuchara, es tiempo de lentejas, de comer una fabada, a nadie le apetece las hojas verdes de una ensalada, y como si Sara lo supiera, nos trajo un poema para abrir el apetito, bajo el delicioso nombre de espiral de otoño, con el mismo color que tienen las hojas de su libreta, nos hizo escuchar al viento cantar a la luz de la mañana, y caminar infatigables, sintiendo a nuestros pies, el sonido de la hojarasca, en espera de que llegue otra primavera.
Y pelando la cebolla Paco sacó las primeras hojas, unas hojas otoñales que fueron revelando el miedo; el miedo a perder el alma, el miedo a que la vida no te deje vivir, el miedo a las ratas, el miedo a las mentiras a medias, el miedo a las noches oscuras, el miedo… al miedo.
Fue Maricarmen quién siguió desvelando la cebolla y en un sutil poema de su propia cosecha nos describió y aportó la hipócrita guerra, esculpiendo con imágenes el terror y el contraste de una guerra “Entre los escombros de muerte asoman trozos de cerámica” “ Países innombrables buscan soluciones” “ que dormirán eternamente”
Como si supiésemos que la cebolla da sabor y en sus hojas hay dolor, se derramaron las necesarias lágrimas con un poema bajo el título decepción, en él que Alfonso nos trasladó a sentimientos encontrados entre el deseo de volver a empezar, comprar un billete de avión y llenar una mochila; cuando la ciudad desborda tus principios, roba la dignidad del vecino, y te hace sentir como una marioneta. (Más el Quijote nunca dejó de pelear con el viento y las lágrimas de la cebolla siempre supieron dar sabor a la olla.)
Y ya pelada, volvió la Habana, cómo un misterio, para dar más condimento a un guiso que se me antoja será de lo más rico, con un poema de la de Castro, hallado entre las hojas de un buen libro, que a todos, para enriquecer el plato, nos regaló Don Perico, con esos, sus dibujos, que alimentan alma y espíritu.
i a Haban me vou…
¡Adiós, adiós, prendas
Do meu corazón!
Ya sólo nos faltaba la carne o el sexo, pese a mi empeño, desde el primer momento, se hizo de esperar y se hizo de rogar, pero en la olla siempre es fundamental, llegó en la voz de un grande, Angel González, quien lo aportó a la “sazón”:
Escribir un poema se parece a un orgasmo:
Mancha la tinta tanto como el semen,
Mancha la tinta tanto como el semen
Empreña también más, en ocasiones.
Tardes hay, sin embargo,
En las que manoseo las palabras
Muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
Les levanto las faldas con mis dedos,
.
Lo expresaba muy bien César Vallejo:
Lo digo y no me corro.”
Pero él disimulaba”
Ya sólo restaba el final, la sal, y para ello qué mejor que antes de cerrar la pota, poner una dosis de un poema de Paco con un nombre mágico, sueños, que acabó diciendo, “he tenido un sueño, soy POETA”
Y así, en espera de que el guiso os haya gustado, no ha sido en modo alguno un plato precocinado, daros las gracias por ser todos unos estupendos cocineros.
Un beso, Rosalía

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