domingo, 9 de enero de 2022

Nuestro Macondo, Sábado 8 de enero de 2022

 


Muy buenas noches mis queridos Diversos. Hoy toca un regalo de Reyes atrasado. Así que disfruten de soñar y recordar con la magia de las palabras de nuestra querida Rosalía Ajamil. 

Repartamos besos y versos.

Ángeles. 


UN DIA MÁGICO



Me desperté la mañana de reyes soñando otra vez con la niñez, con los juguetes con los que nunca jugué, soñando con salir a callejear, al bazar, dónde gratis todo se puede hallar. Me desperté feliz sabiendo que la magia estaba allí., todo un cielo sin peaje ni precio para mí, una playa donde recibir olas a raudales, una montaña con una cima a la que poder subir y saborear el triunfo de la vistas desde de allí, hermosos acantilados de lavas negras y basalto que van tendiendo hermosos bordados, arbustos milenarios, flores imposibles de definir, un día del calendario en blanco, y una libreta con hojas por escribir.

La magia estaba allí, la magia consiste en construir castillos de ilusión y sentir que se puede con las letras compartir, este instante, este momento, y hacerte sonreír. La magia es hacer trampas, borrarte de tu cara la tristeza, desdibujar la amargura, haber brotar lágrimas que laven las heridas, con sus puntos y comas de sutura., la magia es como dice Almudena Grandes buscar la alegría a la vida, hallar la dosis exacta de tinta que descubra como arrojar luz a las penas, y manipular las más sórdidas escenas, haciendo que todas nuestras historias malas o buenas, florezcan en un ramo de verdad y de belleza, en un poema.

La poesía para Joan Margarit era verdad y belleza, para mí, es mucho más, es la magia, la de verdad, la que me permite atrapar el sonido del viento en un cuento, ver fuegos artificiales en los rayos y en los truenos, convertir en dulce azúcar gras la nieve, escuchar una orquesta en una tempestad, y reír cuando el arcoíris se empeña en dibujar en el cielo sonrisas de colores para ti.

La magia es despertar cada sábado, cerrar los ojos y volar hasta el Macondo, y esta aprendiz, con un poema, escrito al despertar, de los sueños de las sábanas blancas, una mañana mágica, pretende hacer de ilusionista, y llevarte hasta la niñez, y sentir cuando regreses del viaje una sonrisa cuando escuches este clap en mi libreta, de aprendiz, de poeta.


Cuando nace de nuevo

aquél niño que ya es viejo

y se annega de recuerdos,

patines, con ruedas de hierro

que perdían sus tornillos

en la primera bajada al río.


Los trenes no funcionaban

y papá era el mecánico que jugaba, solo ese día,

montando, cuál ingeniero, las pistas para el juego

mientras las muñecas de famosa daban vueltas por el salón,

y en su cunita lloraba, a pilas, el dormilón.


Cuando yo era niña

yo ya era callejera

yo soñaba como ahora

con la calle y con jugar.,

(ahora ya a conjugar)

a jugar sin juguetes

a jugar al escondite

a los timbres

y al pañuelo,

el mejor consuelo

cuando los reyes

a muchos niños

les echaban mucho menos

yo escondía a kiko y a kika

porqué nada me decían

porqué apenas corrían

y a las muñecas

el pis se les salía,

con un bibe, al día.


Los niños éramos los Reyes

en la calle cifuentes.


Y si en la Calle nevaba

(yo nací en Guadalajara)

con bolas blancas jugaban,

con los muñecos, de nieve,

¡éramos niños con suerte!


Si el día lo permitía.

con tiza pintábamos, en el barro, un roland garros

y, con raquetas, y sin “redes”, mejores que Federer.


Con una cuerda

aprendimos a saltar

y mil jotas a cantar

a salir y a entrar

a fallar, y a pandar

y no, nos solíamos ahogar.


Pegados a la pared

contábamos el un dos tres.


Y si estabas solo

practicabas el pino puente

arrimándote a la pared

si ya éramos tres, seis o diez

saltábamos al burro,

¡mira, qué éramos burros!


Éramos más…, de polis y cacos

¡qué niños monárquicos!


Éramos, con o sin reyes,

de la calle, los reyes.


Érase una vez,

Recuerdos de la niñez.



A todos feliz año, magia y millones de besos.













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