lunes, 29 de junio de 2015

Verso libre


Una vez soñé que alguien me hacía reír con solo mirarme.
Un día imaginé que caminaba por la calle e inventaba un verso.
Un día inventé un verso y soñé que tenía a quién dárselo.
Llegué a mi casa. Encendí la luz. Todo estaba igual,
Pero el verso estaba más impaciente cada noche.
Nervioso.
Dándome patadas en el vientre.
Dándome más y más palabras.
Como esperando algo que nunca llegaba, pataleaba.
Ahora el verso está nadando en mi barriga.
De nuevo está nervioso.
Quiere irse a algún lugar que ni si quiera sabe donde está.
Pero quiere ir allí.
Quiere irse.
Quiere que le hagan daño.
Quiere que le hagan llorar.
Quiere reír.
Quiere volverse loco.
Un verso quiere volverse loco.
Y quiere ser más verso que nadie.
Tiene miedo. Tiene dudas….
y si no tengo tanto ritmo como los demás?
Mil preguntas sin respuesta.
Pero lo que le importaba al verso era encontrar su estrofa.
Quería encontrar su estrofa, para dejar de ser un verso suelto.
A si que salió al mundo.
Solo.
A buscar, a enloquecer, a ser él.
Solo él.
Y se dio cuenta que solo podía ser él
En libertad.
Que era un verso libre.
Pero él no sabía que era eso de ser verso
Y menos aún, libre.
Pobre verso libre.
Por eso algunas noches que
Salgo a pasear,
Lo encuentro caminando solitario.
Mirando a todos lados sin mirar.
Me roza tranquilo,
Como si no se enterase
De que muero por cogerlo.
Y cuando lo busco
No aparece.
Y cuando no quiero,
Él viene.
Solo, viene solo.
Fugaz, misterioso.
Pobre verso, pobre verso libre.



Rosalía Rodríguez

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