lunes, 1 de diciembre de 2014

Nuestro Macondo - sábado 29 de Noviembre de 2014

Antonio Machado



LAS MOSCAS
Vosotras, las familiares,
inevitables golosas,
vosotras, moscas vulgares,
me evocáis todas las cosas.
¡Oh, viejas moscas voraces
como abejas en abril,
viejas moscas pertinaces
sobre mi calva infantil!
¡Moscas del primer hastío
en el salón familiar,
las claras tardes de estío
en que yo empecé a soñar!
Y en la aborrecida escuela,
raudas moscas divertidas,
perseguidas
por amor de lo que vuela,
—que todo es volar—, sonoras
rebotando en los cristales
en los días otoñales...
Moscas de todas las horas,
de infancia y adolescencia,
de mi juventud dorada;
de esta segunda inocencia,
que da en no creer en nada,
de siempre... Moscas vulgares,
que de puro familiares
no tendréis digno cantor:
yo sé que os habéis posado
sobre el juguete encantado,
sobre el librote cerrado,
sobre la carta de amor,
sobre los párpados yertos
de los muertos.
Inevitables golosas,
que ni labráis como abejas,
ni brilláis cual mariposas;
pequeñitas, revoltosas,
vosotras, amigas viejas,
me evocáis todas las cosas.
 
Foto propia- objeto exhibido en un escaparate

Muy buenos días mis queridos Diversos, hoy comenzamos la crónica por el final de nuestra reunión de ayer, después de leer varios poemas en los que habitaban moscas decidimos que como tarea para el sábado 13 de diciembre íbamos a leer o escribir poemas donde las moscas hicieran su presencia. 

Comenzamos la reunión hablando del libro de Clarissa Pinkola EstésMujeres que caminan con lobos, es un libro muy completo de cuentos, nos centramos en El Cuento como medicina y 
- Todos sentimos el anhelo de lo salvaje. Y este anhelo tiene muy pocos antídotos culturalmente aceptados. Nos han enseñado a avergonzarnos de este deseo. Nos hemos dejado el cabello largo y con él ocultamos nuestros sentimientos. Pero la sombra de la Mujer Salvaje acecha todavía a nuestra espalda de día y de noche. Dondequiera que estemos, la sombra trota detrás de nosotros, tiene sin duda cuatro patas.
La pestaña del lobo, en todo el libro aparecen preciosas reflexiones y metáforas ( ..... y esos pájaros del alma que son las mariposas). Otros días volveremos sobre el libro. 

Carlos Santos nos trajo a Augusto Monterroso que tiene el título de haber escrito el cuento más corto del mundo 

(Cuando despertó, el dinosaurio aún estaba allí), y en uno de sus escritos afirma que hay tres temas para escribir: el amor, la muerte y las moscas......
Hay tres temas: el amor, la muerte y las moscas. Desde que el hombre existe, ese sentimiento, ese temor, esas presencias lo han acompañado siempre. Traten otros los dos primeros. Yo me ocupo de las moscas, que son mejores que los hombres, pero no que las mujeres. Hace años tuve la idea de reunir una antología universal de la mosca. La sigo teniendo. Sin embargo, pronto me di cuenta de que era una empresa prácticamente infinita. La mosca invade todas las literaturas y, claro, donde uno pone el ojo encuentra la mosca. No hay verdadero escritor que en su oportunidad no le haya dedicado un poema, una página, un párrafo, una línea; y si eres escritor y no lo has hecho te aconsejo que sigas mi ejemplo y corras a hacerlo; las moscas son Euménides, Erinias; son castigadoras. Son las vengadoras de no sabesmos qué; pero tú sabes que alguna vez te han perseguido y, en cuanto lo sabes, que te perseguirán para siempre. Ellas vigilan. Son las vicarias de alguien innombrable, buenísimo o maligno. Te exigen. Te siguen. Te observan. Cuando finalmente mueras es probable, y triste, que baste una mosca para llevar quién puede decir a dónde tu pobre alma distraída. Las moscas transportan, heredándose infinitamente la carga, las almas de nuestros muertos, de nuestros antepasados, que así continúan cerca de nosotros, acompañándonos, empeñados en protegernos. Nuestras pequeñas almas transmigan a través de ellas y ellas acumulan sabiduría y conocen todo lo que nosotros no nos atrevemos a conocer. Quizá el último transmisor de nuestra torpe cultura occidental sea el cuerpo de esa mosca, que ha venido reproduciéndose sin enriquerecerse a lo largo de los siglos. Y, bien mirada, creo que dijo Milla (autor que por supuesto desconoces pero que gracias a haberse ocupado de la mosca oyes mencionar hoy por primera vez), la mosca no es tan fea como a primera vista parece. Pero es que a primera vista no parece fea, precisamente porque nadie ha visto nunca una mosca a primera vista. A nadie se le ha ocurrido preguntarse si la mosca fue antes o después. En el principio fue la mosca. (Era casi imposible que no apareciera aquí eso de que en el principio fue la mosca o cualquier otra cosa. De esas frases vivimos. Frases mosca que, como los dolores mosca, no significan nada. Las frases perseguidoras de que están llenas nuestros libros.) Olvídalo. Es más fácil que una mosca se pare en la nariz del papa que el papa se pare en la nariz  de una mosca. El papa, o el rey o el presidente (el presidente de la república, claro; el presidente de una compañía financiera o comercial o de productos equis es por lo general tan necio que se considera superior a ellas) son incapaces de llamar a su guardia suiza o a su guardia real o a sus guardias presidenciales para exterminar una mosca. Al contrario, son tolerantes y, cuando más, se rascan la nariz. Saben. Y saben que también la mosca sabe y los vigila; saben que lo que en realidad tenemos son moscas de la guarda que nos cuidan a toda hora de caer en pecados auténticos, grandes, para los cuales se necesitan ángeles de la guarda de verdad que de pronto se descuiden y se vuelvan cómplices, como el ángel de la guarda de Hitler, o como el de Jonhson. Pero no hay que hacer caso. Vuelve a las narices. La mosca que se posó en la tuya es descendiente directa de la que se paró en la de Cleopatra. Y una vez más caes en las alusiones retóricas prefabricadas que todo el mundo ha hecho antes. Pues a pesar tuyo haces literatura. La mosca quiere que la envuelvas en esa atmósfera de reyes, papas y emperadores. Y lo logra. Te domina. No puedes hablar de ella sin sentirte inclinado hacia la grandeza. Oh, Melville, tenías que recorrer los mares para instalar al fin esa gran ballena blanca sobre tu escritorio de Pittsfield, Massachussetts, sin darte cuenta de que el Mal revoleteaba desde mucho antes alrededor de tu helado de fresa en las calurosas tardes de niñez y, pasados los años,sobre ti mismo en el crepúsculo te arrancabas uno que otro pelo de la barba dorada leyendo a Cervantes y puliendo tu estilo; y no necesariamente en aquella enormidad informe de huesos y esperma incapaz de hacer mal alguno sino a quien interrumpiera su siesta, como el loquito Ahab, ¿Y Poe y su cuervo? Ridículo. Tú mira la mosca. Observa. Piensa. 
Augusto Monterroso
 Y también leyó deJorge Artel Palenque (cultivar el maíz y la canción) 
Palenque
Palenque
Y quién ha de dudar que aquel abuelo
no pudo ser un príncipe,
bajo la luna, perfumada por las nubes errantes de su aldea?
Apoyado en el crepúsculo
contempla a las mujeres cultivar el maíz y la canción…
Último patriarca de Palenque:
Bien sabes que desde tus fogones crepitantes
África envía sus mensajes!
El minuto en el que vuelven (trabajaron con la muerte y vuelven cantando).

Carlos Rico nos leyó a Aimé Cesaire, escuchamos 
Partir


1
Partir
 Así como hay hombres-hiena y hombres-pantera, yo 
seré un hombre-judío, 
un hombre cafre 
un hombre-hindú-de-Calcuta 
un-hombre-Harlem-sin-derecho-a-voto 
El hombre-hambre, el-hombre -insulto, el hombre-tortura 
se le podría 
prender en cualquier momento, molerlo a golpes-matarlo 
por completo 
sin tener que rendirle cuentas a nadie.
2


Un hombre judío 
un hombre-progom 
un perro de caza 
un pordiosero. 
Pero, ¿es que puede uno matar el remordimiento, bello 
como la cara de sorpresa de una dama inglesa al encontrar 
en su sopa un cráneo de hotentote? 
Yo reencontraría el secreto de las grandes comunicaciones 
y de las grandes combustiones. Diría tempestad, diría río. 
Diría ciclón. .Diría hoja. Diría árbol, mejorarían todas las 
lluvias, me humedecerían todos los rocíos. 
Me revolcaría como sangre frenética sobre la lenta corriente 
del ojo de las palabras, 
en caballos locos, en niños tiernos, en toques de queda en vestigios 
de templo, en piedras preciosas, lo bastante lejos como para 
descorazonar a los menores. 
Quien no me comprenda no comprenderá el rugido del tigre
(un hombre solo que desafía los gritos de la muerte blanca) y nos recordó su predilección por Robert Desnosy leyó Tanto soñé contigo
TANTO SOÑÉ CONTIGO

Tanto soñé contigo que pierdes tu realidad.
¿Todavía hay tiempo para alcanzar ese cuerpo vivo y besar
sobre esa boca el nacimiento de la voz que quiero?
Tanto soñé contigo que mis brazos habituados a cruzarse sobre
mi pecho cuando abrazan tu sombra, quizá ya no podrían
adaptarse al contorno de tu cuerpo.
Y frente a la existencia real de aquello que me obsesiona y
me gobierna desde hace días y años,
seguramente me transformaré en sombra.
Oh balances sentimentales.
Tanto soñé contigo que seguramente ya no podré despertar.
Duermo de pie, con mi cuerpo que se ofrece a todas las
apariencias de la vida y del amor y tú, la única que cuenta
ahora para mí, más difícil me resultará tocar tu frente
y tus labios que los primeros labios y la primera frente
que encuentre.
Tanto soñé contigo, tanto caminé, hablé, me tendí al lado de
tu fantasma que ya no me resta sino ser fantasma entre
los fantasmas, y cien veces más sombra que la sombra que
siempre pasea alegremente por el cuadrante solar de tu vida.

 (Tanto soñé contigo que mis brazos/acostumbrados a cruzarse sobre mi pecho/al abrazar tu sombra/ no se amoldarían quizás al contorno de tu cuerpo). Después leyó En alta mar de Paul Celan
(Donde cada tu es una rama sobre la que cuelgo....).
París, el barquito, está anclado en el cristal:
así comparto contigo la mesa, bebo en tu honor.
Bebo hasta que te reluce oscuro para ti mi corazón,
hasta que París navega en su lágrima,
hasta que toma rumbo hacia el lejano velo
que nos oculta el mundo donde cada tú es una rama
de la que cuelgo como una hoja suspendida y silente.

Estoy solo, coloco la flor de ceniza
en el vaso lleno de negrura en sazón. Hermana boca,
ni dices una palabra que sobrevive ante las ventanas,
y silente trepa por mí lo que soñé.

Mi florecer se da en la hora marchita
y reservo una resina para un pájaro tardío:
lleva el copo de nieve en su pluma rojo-vida;
el grano de hielo en el pico, atraviesa el verano.

Después, como comenté antes aparecieron versos que tenían moscas por el medio y Ángela lo vio como un revulsivo para escribir y decidimos que estaría bien como tarea. De todas formas si las musas nos traen mariposas, peces, lagartos o dinosaurios escribamos también. 

Recordad que el sábado 6 de diciembre nuestro Macondo abre por la tarde así que convocamos nuestra cita para el día 13.

Que las musas llenen nuestros días de versos, y los besos acudan envueltos de buena gente.

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