Por los senderos de la vida hacia el Macondo, allí constatamos lo olvidados que nos tienen y al fin nos encontramos D. Antonio y yo, como náufragos dos leyendas de la vida, sobre todo de la vida de él, una enciclopedia de saber y conocimiento. En la plaza mayor del Macondo de Gabriel GM, ya hablando en confianza, en una esquina ajena a la de siempre contamos y recordamos los pasos que da la vida, sobre todo la de él que abarca una vuelta completa a la tierra y a uno o dos planetas más, y yo intentando acompañarlo en el viaje que nos convierta en leyenda. Y como hablamos tanto no tuve tiempo de leer algo mío ni de crear una instantánea, por lo tanto, me invento una foto, os paso uno de mis poemas duros y así me desahogo de esta vida que intentamos disfrutar. Ah y no olvidaros ¡Hasta el próximo viernes a las seis de la tarde en la mesa del fondo del MACONDO!
¡Maldita sea!
¡Maldita sea!
Crujió el roble
sobre el bosque
al primer aliento
de la tierra.
¡Maldita sea!
Gritó el roble
aferrando sus raíces
a la tierra.
¡Maldita sea!
¿¡No lo entiendes, Madre!?
No soy yo
el que destroza tus laderas
No soy yo
el que arrasa las praderas.
No soy yo
el que ahonda en tus entrañas
retorciendo tus paredes
destrozando tus abismos
agostando el mar que te refresca.
No soy yo
porque unido a ti estoy
porque formo parte de tu piel
porque me das la vida
y yo la vida
también se la doy
a él.
No soy yo, Madre
no soy yo.
No es el mar embravecido.
No es el río desbordado.
No es la lluvia torrencial
ni el calor
ni el frío.
Sabes quién es, Madre
lo sabes y te duele
le has dado todo
todo
que es lo único que tiene
y aún así
lo desprecia
lo destruye
y no huye
y eso es lo más extraño
pues él
sólo a ti
te tiene.
Sólo a ti te tenemos, Madre
y solos aquí nos quedaremos
esperando tu perdón
y el perdón del tiempo.
que nos quede. Francisco E. Vila, 2018
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