martes, 12 de junio de 2018

Nuestro Macondo, sábado 2 de junio de 2018


me hueles a primavera y ferias,
a dibujos de niños,
 a acrilicos frescos,
a flor de naranjos,
a caminos de arena,
a imaginar que el mar
con la playa juega.
me hueles al Sur,
a tabanco y fino,
al cante profundo,
me hueles a tanto...

como huele esta tierra. 



Miguel Ángel Cabezas



Muy buenas tardes mis queridos Diversos. Después de varias escenas berlanguianas y tratamientos políticos empezamos la mañana con versos románticos venidos del sur. Un soplo de luz que nos envía Miguel Ángel
Después escuchamos dos poemas de Jaime Gil de BiedmaContra Jaime Gil de Biedma 
CONTRA JAIME GIL DE BIEDMA

De qué sirve, quisiera yo saber, cambiar de piso,
dejar atrás un sótano más negro
que mi reputación —y ya es decir—,
poner visillos blancos
y tomar criada,
renunciar a la vida de bohemio,
si vienes luego tú, pelmazo,
embarazoso huésped, memo vestido con mis trajes,
zángano de colemena, inútil, cacaseno,
con tus manos lavadas,
a comer en mi plato y a ensuciar la casa?
Te acompañan las barras de los bares
últimos de la noche, los chulos, las floristas,
las calles muertas de la madrugada
y los ascensores de luz amarilla
cuando llegas, borracho,
y te paras a verte en el espejo
la cara destruida,
con ojos todavía violentos
que no quieres cerrar. Y si te increpo,
te ríes, me recuerdas el pasado
y dices que envejezco.
Podría recordarte que ya no tienes gracia.
Que tu estilo casual y que tu desenfado
resultan truculentos
cuando se tienen más de treinta años,
y que tu encantadora
sonrisa de muchacho soñoliento
—seguro de gustar— es un resto penoso,
un intento patético.
Mientras que tú me miras con tus ojos
de verdadero huérfano, y me lloras
y me prometes ya no hacerlo.
Si no fueses tan puta!
Y si yo supiese, hace ya tiempo,
que tú eres fuerte cuando yo soy débil
y que eres débil cuando me enfurezco...
De tus regresos guardo una impresión confusa
de pánico, de pena y descontento,
y la desesperanza
y la impaciencia y el resentimiento
de volver a sufrir, otra vez más,
la humillación imperdonable
de la excesiva intimidad.
A duras penas te llevaré a la cama,
como quien va al infierno
para dormir contigo.
Muriendo a cada paso de impotencia,
tropezando con muebles
a tientas, cruzaremos el piso
torpemente abrazados, vacilando
de alcohol y de sollozos reprimidos.
Oh innoble servidumbre de amar seres humanos,
y la más innoble
que es amarse a sí mismo!
y No volveré a ser joven, poemas profundos, de lucha, de realidades oscuras que reflejan el conflicto brutal que el autor llevó a cabo consigo mismo. 
Y escuchamos también varios poemas de Héctor Negri, jurista argentino muy afianzado en el mundo de las letras. Sus poemas son breves pero tocan el alma.
Mónica
Es así dulce amarte, cuando viene la lluvia.
Se ciñe entre las ramas. En las hojas de marzo.

Y desata de pronto los sueños sumergidos
para encerrar la noche en tu piel y en mis brazos.

La lluvia cae afuera. Cae a través del alma.
Cae borrando todo. Tu corazón, tu espacio,

tu cintura que besan los caminos abiertos
la sombra de tu cuerpo, tan desnudo y tan blanco.

Es así dulce amarte mientras la lluvia cae
haciendo remolinos con los primeros charcos.

Y oscilan las vertientes de renacidos ríos
y es el viento una queja que se muere en tu mano.

Mientras la lluvia cae, nuestra noche se aferra:
me confunde tu pelo con su signo lejano

y me liberan todas las luciérnagas tuyas
subiendo hasta mis ojos, abiertos, desvelados.

Por las calles la gente que corre y el mal tiempo
que estalla en los jardines, borrosos, desgajados.

Por la calle la noche se va marcando grave.
Aquí adentro la lluvia es sólo un largo abrazo

tendido entre nosotros desde el azul oscuro
de tu ropa vencida y de tu pelo enredado.

Es así dulce amarte mientras la lluvia cae:
los días nos descubren, nos llaman renovados

un susurro de besos alivia los secretos
en la flor de tu boca me apacigua tu amparo.

Languidecen las horas. La lluvia continúa
por cielos presentidos y campos estrellados.

Continuará por siglos en cada beso tuyo
a la luz de otros días, en tu piel y en tu tacto
en tu nombre que nombro de extrañas resonancias
en tu cintura suave, y en tu mirar tan claro.

Es así dulce amarte cuando viene la lluvia.
Se ciñe entre las ramas. En las hojas de marzo.
 
(Ayer y Hoy - Antología Poética)


A María Inés
Su pueblo no era un pueblo como todos los pueblos
nacía en una calle, terminaba en un río
y la calle era apenas una luz temblorosa
y su pelo cayendo por sus hombros el río.

En las tardes nos íbamos tomados de la mano
por las calles del pueblo, de su casa hasta el río
y el temblor de la tarde nos juntaba las manos
con la luz reflejada en su rostro y el mío.

Una vez nos besamos soñando levemente
con un beso rodando por sus hombros y el río
y no fue sólo un beso como todos los besos
empezaba en tus labios, terminaba en los míos.
 
Una tarde se fue, fue la última tarde
se perdió tras su pueblo, por la calle y el río
derramado su pelo en temblores y luces
se fue con la niebla de la sombra y el río.

Nunca pude encontrarla. La busqué por el cielo
por las calles del mundo y en la flor del estío
en todos los otoños, en todos los paisajes
y en la rosa que crece con la luz del rocío.

Nunca pude encontrarla. Se fue con la penumbra
he muerto en esa búsqueda de su rostro y el mío.
Y su pueblo que no era como todos los pueblos
empezaba en su pelo, terminaba en un río.


Y nos quedó pendiente Mayakowsky para el sábado 9 de junio.
Que las horas se envuelvan en besos y versos.
Ángeles 




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