Muy buenas noches mis queridos
DIVERSOS, comencemos con el poema de Rufino que ayer compartió
con nosotros Miguel Melero, poema con varios siglos de antigüedad
pero que nos agradó y nos hizo sonreír. Fue un momento muy
divertido, en donde se comentó que lo terrenal supera alguna que
otra vez a lo divino.
Pero la mañana había
empezado con varios sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz,
Nota biográfica: Juana
Inés de Asbaje y Ramírez de Santillana,
más conocida como Sor Juana Inés de
la Cruz (San Miguel Nepantla, 12 de
noviembre de 1651 -México 17 de abril de 1695)
fue una religiosa de la Orden de San Jeónimo y escritora
novohispana, exponente del Siglo de Oro de la literatura en
castellano. Cultivó la lírica,el auto sacramental y el teatro, así
como la prosa. Por la importancia de su obra, recibió los
sobrenombres de «el Fénix de América», «la Décima Musa» o «la
Décima Musa mexicana».
A
muy temprana edad aprendió a leer y a escribir. Perteneció a la
corte de Antonio de Toledo y Salazar, marqués de Mancera y 25.º
virrey novohispano. En 1667, por vocación religiosa y anhelo de
conocimiento, ingresó a la vida monástica. Sus más importantes
mecenas fueron los virreyes De Mancera, el arzobispo virrey Payo
Enríquez de Rivera y los marqueses de la Laguna, virreyes también
de la Nueva España, quienes publicaron los dos primeros tomos de sus
obras en la España peninsular. Murió a causa de una epidemia el 17
de Abril de 1695.
Sus poemas presentan notas de gran misticismo y por otro lado son la denuncia de la mujer en tanto lisonjeada.En ellos no se descubre muy bien la
diana de dicho misticismo: Dios, un hombre concreto, un ser
inexistente?
De ella se leyeron varios poemas
Contiene
una fantasía contenta con amor decente
Deténte,
sombra de mi bien esquivo,
imagen
del hechizo que más quiero,
bella
ilusión por quien alegre muero,
dulce
ficción por quien penosa vivo.
Si
al imán de tus gracias atractivo
sirve
mi pecho de obediente acero,
¿para
qué me enamoras lisonjero,
si
has de burlarme luego fugitivo?
Mas
blasonar no puedes satisfecho
de
que triunfa de mí tu tiranía;
que
aunque dejas burlado el lazo estrecho
que
tu forma fantástica ceñía,
poco
importa burlar brazos y pecho
si
te labra prisión mi fantasía
Esta
tarde, mi bien, cuando te hablaba
Esta
tarde, mi bien, cuando te hablaba,
como
en tu rostro y tus acciones vía
que
con palabras no te persuadía,
que
el corazón me vieses deseaba.
Y
Amor, que mis intentos ayudaba,
venció
lo que imposible parecía,
pues
entre el llanto que el dolor vertía,
el
corazón deshecho destilaba.
Baste
ya de rigores, mi bien, baste,
no
te atormenten más celos tiranos,
ni
el vil recelo tu quietud contraste
con
sombras necias, con indicios vanos:
pues
ya en líquido humor viste y tocaste
mi
corazón deshecho entre tus manos.
A
una rosa
Rosa
divina, que en gentil cultura
Eres
con tu fragante sutileza
Magisterio
purpúreo en la belleza,
Enseñanza
nevada a la hermosura.
Amago
de la humana arquitectura,
Ejemplo
de la vana gentileza,
En
cuyo ser unió naturaleza
La
cuna alegre y triste sepultura.
¡Cuán
altiva en tu pompa, presumida
soberbia,
el riesgo de morir desdeñas,
y
luego desmayada y encogida.
De
tu caduco ser das mustias señas!
Con
que con docta muerte y necia vida,
Viviendo
engañas y muriendo enseñas.
Sentimientos
de Ausente
Amado
dueño mío,
Escucha un rato mis cansadas quejas,
Pues del
viento las fío,
Que breve las conduzca a tus orejas,
Si no se
desvanece el triste acento
Como mis esperanzas en el
viento.
Óyeme con los ojos,
Ya que están tan distantes
los oídos,
Y de ausentes enojos
En ecos de mi pluma mis
gemidos;
Y ya que a ti no llega mi voz ruda,
Óyeme
sordo, pues me quejo muda.
Si del campo te agradas,
Goza de
sus frescuras venturosas
Sin que aquestas cansadas
Lágrimas te
detengan enfadosas;
Que en él verás, si atento te
entretienes
Ejemplo de mis males y mis bienes.
Si al arroyo
parlero
Ves, galán de las flores en el prado,
Que amante y
lisonjero
A cuantas mira intima su cuidado,
En su corriente mi
dolor te avisa
Que a costa de mi llanto tiene risa.
Si ves
que triste llora
Su esperanza marchita, en ramo verde,
Tórtola
gemidora,
En él y en ella mi dolor te acuerde,
Que imitan con
verdor y con lamento,
Él mi esperanza y ella mi tormento.
Si
la flor delicada,
Si la peña, que altiva no consiente
Del
tiempo ser hollada,
Ambas me imitan, aunque variamente,
Ya
con fragilidad, ya con dureza,
Mi dicha aquélla y ésta mi
firmeza.
Si ves el ciervo herido
Que baja por el
monte, acelerado
Buscando dolorido
Alivio del mal en un arroyo
helado,
Y sediento al cristal se precipita,
No en el alivio en
el dolor me imita,
Si la liebre encogida
Huye medrosa de
los galgos fieros,
Y por salvar la vida
No deja estampa de los
pies ligeros,
Tal mi esperanza en dudas y recelos
Se ve acosa
de villanos celos.
Si ves el cielo claro,
Tal es la
sencillez del alma mía;
Y si, de luz avaro,
De tinieblas
emboza el claro día,
es con su oscuridad y su inclemencia,
imagen
de mi vida en esta ausencia.
Así que, Fabio amado
Saber
puede mis males sin costarte
La noticia cuidado,
Pues puedes de
los campos informarte;
Y pues yo a todo mi dolor ajusto,
Saber
mi pena sin dejar tu gusto.
Mas ¿cuándo ¡ay gloria
mía!
Mereceré gozar tu luz serena?
¿cuándo llegará el
día
que pongas dulce fin a tanta pena?
¿cuándo veré tus
ojos, dulce encanto,
y de los míos quitarás el llanto?
¿Cuándo
tu voz sonora
herirá mis oídos delicada,
y el alma que te
adora,
de inundación de gozos anegada,
a recibirte con amante
prisa
saldrá a los ojos desatada en risa?
¿Cuándo tu luz
hermosa
revestirá de gloria mis sentidos?
¿y cuándo yo
dichosa,
mis suspiros daré por bien perdidos,
teniendo en poco
el precio de mi llanto?
Que tanto ha de penar quien goza
tanto.
¿Cuándo de tu apacible
rostro alegre veré
el semblante afable,
y aquel bien indecible
a toda humana pluma
inexplicable?
Que mal se ceñirá a lo definido
Lo que no cabe
en todo lo sentido.
Ven, pues, mi prenda amada,
Que ya
fallece mi cansada vida
De esta ausencia pesada;
Ven, pues, que
mientras tarda tu venida,
Aunque me cueste su verdor
enojos,
Regaré mi esperanza con mis ojos.
Amor
Importuno
Dos
dudas en que escoger
Tengo, y no se a cual prefiera,
Pues vos
sentís que no quiera
Y yo sintiera querer.
Con que si a
cualquiera lado
Quiero inclinarme, es forzoso
Quedando el uno
gustoso
Que otro quede disgustado.
Si daros gusto me
ordena
La obligación, es injusto
Que por daros a vos
gusto
Haya yo de tener pena.
Y no juzgo que habrá
quien
Apruebe sentencia tal,
Como que me trate mal
Por
trataros a vos bien.
Mas por otra parte siento
Que es
también mucho rigor
Que lo que os debo en amor
Pague en
aborrecimiento.
Y aun irracional parece
Este rigor,
pues se infiere,
Si aborrezco a quien me quiere
¿qué haré
con quien aborrezco?
No se como despacharos,
Pues hallo al
determinarme
Que amaros es disgustarme
Y no amaros
disgustaros;
Pero dar un medio justo
En estas dudas
pretendo,
Pues no queriendo, os ofendo,
Y queriéndoos me
disgusto.
Y sea esta la sentencia,
Porque no os podáis
quejar,
Que entre aborrecer y amar
Se parta la
diferencia,
De modo que entre el rigor
Y el llegar a querer
bien,
Ni vos encontréis desdén
Ni yo pueda encontrar
amor.
Esto el discurso aconseja,
Pues con esta
conveniencia
Ni yo quedo con violencia
Ni vos os partís con
queja.
Y que estaremos infiero
Gustosos con lo que
ofrezco;
Vos de ver que no aborrezco,
Yo de saber que no
quiero.
Sólo este medio es bastante
A ajustarnos, si os
contenta,
Que vos me logréis atenta
Sin que yo pase a lo
amante,
Y así quedo en mi entender
Esta vez bien con los
dos;
Con agradecer, con vos;
Conmigo, con no querer.
Que
aunque a nadie llega a darse
En este gusto cumplido,
Ver que es
igual el partido
Servirá de resignarse.
Día
de Comunión
Amante
dulce del alma,
bien soberano a que aspiro,
tú que sabes las
ofensas
castigar a beneficios;
divino imán en que adoro
hoy
que tan propicio os miro
que me animás a la osadía
de poder
llamaros mío;
hoy, que en unión amorosa,
pareció a vuestro
cariño,
que si no estabais en mí
era poco estar
conmigo;
hoy, que para examinar
el afecto con que os sirvo,
al
corazón en persona
habéis entrado vos mismo,
pregunto ¿es
amor o celos
tan cuidadoso escrutinio?
que quien lo registra
todo
da de sospechar indicios.
Mas ¡ay, bárbara ignorante,
y
que de errores he dicho,
como si el estorbo humano
obstara al
lince divino!
Para ver los corazones
no es menester
asistirlos;
que para vos son patentes
las entrañas del
abismo.
Con una intuición presente
tenéis en vuestro
registro,
el infinito pasado,
hasta el presente finito;
luego
no necesitabais,
para ver el pecho mío,
si lo estáis
mirando sabio,
entrar a mirarlo fino;
luego es amor, no
celos,
lo que en vos miro.
Letras
Para Cantar
Hirió
blandamente el aire
Con su dulce voz Narcisa,
Y él le repitió
los ecos
Por boca de las heridas.
De los celestiales
Ejes
El rápido curso fija,
Y en los Elementos cesa
la
discordia nunca unida.
Al dulce imán de su voz
Quisieran,
por asistirla,
Firmamento ser el Móvil,
El Sol ser estrella
fija.
Tan bella, sobre canora,
Que el amor dudoso
admira,
Si se deben sus arpones
A sus ecos, o a su
vista.
Porque tan confusamente
Hiere, que no se
averigua,
si está en la voz la hermosura,
O en los ojos la
armonía.
Homicidas sus facciones
El mortal cambio
ejercitan;
Voces, que alteran los ojos
Rayos que el labio
fulmina.
Quién podrá vivir seguro,
si su hermosura
Divina
Con los ojos y las voces
Duplicadas armas vibra.
El
Mar la admira Sirena,
Y con sus marinas Ninfas
Le da en
lenguas de las Aguas
Alabanzas cristalinas:
Pero Fabio que es
el blanco
Adonde las flecha tira,
Así le dijo, culpando
De
superfluas sus heridas:
No dupliques las armas,
Bella
homicida,
que está ociosa la muerte
Donde no hay vida.
Y de ella, su obra profana acaso más conocida:
Redondillas
Hombres
necios que acusáis
a
la mujer sin razón,
sin
ver que sois la ocasión
de
lo mismo que culpáis:
si
con ansia sin igual
solicitáis
su desdén,
¿por
qué queréis que obren bien
si
las incitáis al mal?
Cambatís
su resistencia
y
luego, con gravedad,
decís
que fue liviandad
lo
que hizo la diligencia.
Parecer
quiere el denuedo
de
vuestro parecer loco
el
niño que pone el coco
y
luego le tiene miedo.
Queréis,
con presunción necia,
hallar
a la que buscáis,
para
pretendida, Thais,
y
en la posesión, Lucrecia.
¿Qué
humor puede ser más raro
que
el que, falto de consejo,
él
mismo empaña el espejo,
y
siente que no esté claro?
Con
el favor y desdén
tenéis
condición igual,
quejándoos,
si os tratan mal,
burlándoos,
si os quieren bien.
Siempre
tan necios andáis
que,
con desigual nivel,
a
una culpáis por crüel
y
a otra por fácil culpáis.
¿Pues
como ha de estar templada
la
que vuestro amor pretende,
si
la que es ingrata, ofende,
y
la que es fácil, enfada?
Mas,
entre el enfado y pena
que
vuestro gusto refiere,
bien
haya la que no os quiere
y
quejaos en hora buena.
Dan
vuestras amantes penas
a
sus libertades alas,
y
después de hacerlas malas
las
queréis hallar muy buenas.
¿Cuál
mayor culpa ha tenido
en
una pasión errada:
la
que cae de rogada,
o
el que ruega de caído?
¿O
cuál es más de culpar,
aunque
cualquiera mal haga:
la
que peca por la paga,
o
el que paga por pecar?
Pues
¿para qué os espantáis
de
la culpa que tenéis?
Queredlas
cual las hacéis
o
hacedlas cual las buscáis.
Dejad
de solicitar,
y
después, con más razón,
acusaréis
la afición
de
la que os fuere a rogar.
Bien
con muchas armas fundo
que
lidia vuestra arrogancia,
pues
en promesa e instancia
juntáis
diablo, carne y mundo.
... Carlos Santos resumió los versos de esta poeta con
una frase de Perrault: "El arte es la estrella que
yo veo y tú no ves".
A continuación Elizabeth
compartió con nosotros un poema popular de grato recuerdo para ella,
ya que su abuelo se lo recitaba a su padre, el poema se titula La
nube y la rosa, posee una gran musicalidad, y una moraleja que nos
dice que a pesar de todo siempre hay que intentarlo.
La nube y la rosa
Sobre
una estéril pradera,
el diáfano azul del cielo
cruzaba en
rápido vuelo
una nube pasajera.
Viola
pasar una flor
que abrasada se moría,
y en su penosa agonía
le
dijo así con amor:
"Yo
te bendigo: la suerte
es conmigo generosa,
Dios te manda, nube
hermosa,
a librarme de la muerte."
"Joven
soy, morir no quiero;
en tus bondades confío;
una gota de
rocío
por piedad, porque me muero."
Pero
la nube orgullosa,
insensible caminando,
"No puedo, dijo
pasando,
servir a tan noble rosa."
"Que
si todos los pesares
de las flores mitigara,
pienso que no me
bastara
con el agua de los mares."
La
flor exhaló un suspiro
y la nube en el momento,
agitada por el
viento
siguió su rápido giro.
Cruzó
la selva sombría,
cruzó también la ribera;
pero siempre en
donde quiera
la tristeza la seguía.
Sintió
al pronto una profunda,
indefinible ansiedad,
y por fin tuvo
piedad
de la rosa moribunda;
Y
del punto en que se hallaba,
con rapidez se volvió,
y a la
pradera llegó
cuando la tarde expiraba.
De
la flor sobre la frente
tendió su ligero manto,
y regándola
con llanto,
exclamaba dulcemente:
"Despierta,
yo soy; despierta,
yo te traigo la alegría."
Mas la flor
no respondía:
la infeliz estaba muerta.
Guardad
tan triste lección
en el alma desde ahora:
niños, mostradle
al que llora
una santa compasión.
Si
el pobre a rogaros va,
no le miréis con desdén,
que es muy
triste hacer el bien
cuando es inútil quizá.
Comentar aquí que el
próximo viernes 24 de abril tendrá lugar la
inauguración de una exposición de nuestro diverso Carlos
Santos, que expondrá una obra desconocida y oculta, será en la
Asociación cultural Alexandre Bóveda (C/ Olmos, 16) a las ocho de
la tarde.
Y desde aquí dar la
bienvenida a otra Isabel que ayer vino a acompañarnos y a compartir
mañana y versos con nosotros.
Y convocarnos para dentro de
15 días ya que el sábado próximo nos tomamos vacaciones de Semana
Santa, será el sábado 11 de abril a las 11 en nuestro rincón del
fondo del café de Macondo con versos de León Felipe.
Y rematar la crónica con una
frase de John Anthony West que ayer también se escuchó: "El
arte no está sólo destinado a ser disfrutado sino a iluminar".
Que los versos iluminen nuestros días y los besos nuestras noches.
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