lunes, 26 de enero de 2015

Nuestro Macondo, sábado 24 de Enero de 2015


LLUVIA DE INVIERNO
TRISTEZA
VOLVERÁ LA PRIMAVERA.
Ángeles Cupeiro (2015)


Muy buenos días queridos Diversos.
Empezamos con bienvenidas. Ayer al rincón del fondo del café de Macondo vinieron por primera vez Manu y Marina. Nos encanta que nos visiten nuevas caras y nuevas voces. Siempre es un soplo de aire fresco. Además comentaros que Manu Sandomingo inauguró una exposición de pintura en el Macondo sobre visiones de La Coruña.

Carlos Rico leyó un escrito titulado COMENDADOR ESPECIAL DE PALABRAS Y ACENTOS sobre sus pensamientos, encontrando frases como "un mundo que nos pertenece y nos robaron". Y además nos trajo un libro de Clarisse Nicoïdski con poemas en ladino y su traducción al castellano, nos enamoraron sus palabras y sus poemas. Recordad que el ladino es es otro español que sobrevivió gracias al amor que los judíos expulsados de España demostraron al idioma español. 

Leímos poemas del libro EL COLOR DEL TIEMPO, con versos como: abrió la puerta con sus manos/ cierta noche devorando la luz y la luna/ me colgaré a tus labios

Avrio la puarta
con sus manus
incindió
un fuegu di spantu
tumo il pan
con sus manus
cumio
una cumida di spantu
tumo il agua
en sus manus
bivio
un'agua di spantu
i cuandu avrio las manus
maldi in ellas
una mancha di spantu.


XIX
mi inculgaré a tus besus
com'un cantu
si me dexas
como palabra de maldición
mi inculgaré
a tu hora
cuandu si quedará
di spantu
in l callis de mi pasadu
onde ti starás
caminandu
Abrió la puerta
con sus manos
encendió
un fuego de espanto
tomó el pan
con sus manos
comió
una comida de espanto
tomo el agua
en sus manos
bebió
un agua de espanto
y cuando abrió las manos
leyó en ellas
una mancha de espanto.


XIX
me colgaré a tus labios
como un canto
si me dejas
como palabra de maldición
me colgaré
a tu hora
cuando se detenga
de espanto
en las calles de mi pasado
donde estarás
caminando

(XIX)/ queda el temor de que...



IV


Queda il spantu qui un día rotu di ansia
il sol si amati
dixandu sólu
livantadus comu muartus
lus árvulis
lus árvulis-cuandu pasan tus suenius dibaxu d'ellus-
lus árvulis-brasus aviartus locus di aver perdidu
sus fojas-
leña: a lus qui no quijerun ver la mancha preta
di una siarta nochi
comiendu la luz
i la vida










IV

Queda el temor de que un día roto de ansia
el sol se apague
dejando sólo
levantados como muertos
los árboles
los árboles-cuando pasan tus sueños debajo de ellos-
los árboles-brazos abiertos locos de haber perdido
sus hojas-
leña: a los que no quisieron ver la mancha prieta
de cierta noche
devorando la luz
y la vida

.(IV)/ esto es sólo para ti para mi (XIV),

XIV
estu
es sólu para ti para mi
no lis diziremus nada
nada a ningunu
mus vamus a ditiner
bien quietus
comu si no si pasava nada
intri ti
intri mí


y quén va ver
mi manu
tu manu
mandarsi un bezu
que ni la boca veyi


y quén va sintir
la loca mudez
di muestru amor?
XIV
esto
es sólo para ti para mi
no les diremos nada
nada a nadie
nos vamos a detener
bien quietos
como si no pasara nada
entre tú
y yo


¿y quién va a ver
mi mano
tu mano
mandarse un beso
que ni la boca ve


y quién va a oír
la loca mudez
de nuestro amor?

Sus palabras son sencillas y despertaron en nosotros una gran emotividad, Poemas breves y profundos.
Algunas anotaciones acerca de la autora y del idioma


Clarisse Nicoïdski (Clarisse Abinun) nació en Lyon en 1938 y murió en París en 1996. La crítica la considera unánimemente como la poeta de lengua sefardí más importante del siglo xx. Su obra marcó decisivamente a varios poetas hispanoamericanos, en especial a Juan Gelman, y al español José Ángel Valente. Sus poemas han sido publicados en diversas antologías de Francia y España. Fue, además, una importante crítica de arte y una reconocida novelista. Por su primera novela, Le désespoir tout blanc, recibió el Premio de la Academia Francesa en 1968, y por su libro autobiográfico sobre los años de la Ocupación, Couvre-feux, recibió el Premio de las Lectoras de la revista Elle. Sus libros han sido traducidos al español, inglés y alemán.

Dice RICARDO MARTÍNEZ

Qué hermosas las palabras cuando, una vez elegidas, son dichas con elegancia, con sentimiento intencionado de amor!: “Una mano tomó la otra/ le dijo no te escondas/ le dijo no te cierres/ le dijo no te espantes”
El discurso de amor es probablemente uno de los discursos más difíciles que pueda darse en la literatura (¿solamente en la literatura?), tal vez por ello cuando el poeta sabe hacer llegar al lector palabras que equivalen al sentir que el amado tiene depositado en la amada, el decir se transforma para convertirse en armonía, en trascendencia casi religiosa, en connivencia y afinidad hacia todo lo creado: “Una mano tomó la otra/ puso un anillo al dedo/ puso un beso en la palma/ y un puñado de amor”
El receptor del amor, entonces –y el propio lector en una sinergia implícita por la calidad de lo leído y su estar propio en el texto- se siente no solo honrado, sino elevado de sí hasta adquirir una percepción del bien y la belleza más allá de cuanto por sí podría sospechar. Las palabras, así, adquieren un don que transforma la realidad en sueño sin dejar de ser del todo realidad, y la literatura florece tal como la amada había deseado comprobar desde siempre con los ojos y con el corazón: “Las dos manos se tomaron/ levantaron una fuerza/ para tirar paredes/ para abrirse los caminos”
Tal vez cabría decir, incluso, que el original aquí traducido resulta más seductor teniendo en cuenta que procede de una lengua de excluidos, de una lengua minoritaria que ha sido obligada a ocultarse, más, por ello, hacerse más propia y sincera. Una forma de salvar su propia identidad.
Lo que recoge el presente libro de esta poetisa, en título tan acertado y sereno como es ‘El color del tiempo’ es una serie de cantos de amor escritos en lengua sefaradí, aún hoy vigente en algunos núcleos judíos, y que tuvo en España su origen hace ya unos siglos. Más he aquí que el tiempo no cuenta cuando el decir es tan delicado que es mensaje de amor; de ese entrañable sentido que tiene la soledad: “El vestido agujereado de tu alma/ dejó/ caer/ una lágrima colorada como vino/ lágrima de vino/ de olvido/ estás solo/ dame tu mano”
Precisa y clara la traducción de Ernesto Kavi, lo que ayuda a apreciar con mayor agrado el discurso.

Ernesto Kavi, el traductor dice:
El color del tiempo reúne por primera vez la obra poética completa de Clarisse Nicoïdski, una de las escritoras más delicadas y secretas de lo que alguna vez fue nuestra lengua. Su obra está escrita en sefaradí, el antiguo español que hablaban y conservaron –casi intacto– los judíos al momento de su expulsión de España. Los poemas de Nicoïdski son una parte de la oscura raíz de donde nace nuestro idioma, a veces dulce, a veces amarga; son la memoria de lo que pudo ser, de lo que fue arrojado al exilio o a la hoguera. Una lengua calcinada donde aún arde un invisible fuego; un paréntesis en la historia; un temblor del tiempo.
El sefaradí, a pesar de lo que dicen lingüistas y críticos, no está muerto. Al igual que la infancia, al igual que el paraíso perdido, surge cada día, como un remordimiento, como el más hermoso recuerdo, o como una presencia oculta en la memoria de nuestra lengua. Estos poemas son la prueba. Estos poemas son algo de lo poco que nos queda, los restos, el esplendor, de nuestro paso por el paraíso.

Por otro lado, Ilya U. Topper, nos aclara en este fragmento algfunos detalles del texto

"...La autora se define como “escritora de lingua francesa” en el prólogo. El francés “es el lenguage que me «pertenece» y a quien «pertenesco»”, remacha. Aunque tan suyo es, desde luego, el ladino. Muy suyo: Clarisse Nicoïdski ha utilizado una ortografía propia para escribirlo, que no coincide con la estandarizada durante el último siglo por las comunidades sefardíes de Estambul, Salónica y Sarajevo: modifica enormemente las vocales respecto al castellano de Cervantes – “si avrian lus (ojus) di lus muartus” – pero mantiene los consonantes, mientras que el ladino estándar ha tomado precisamente la vida contraria: mantiene casi todas las vocales tal y como los fijó el de Nebrija, pero emplea la k en lugar de la c, amén de un uso de b, v y h bastante distinto del actual.
Curiosamente, esta manera de distorsionar las vocales, me evoca los kantares sefardíes de Estambul: así se pronuncian, aunque no se escriban así. Al leer los versos de Clarisse, lo que oigo son canciones, palabras hechas para la música.
Este libro, de todas formas, es un "kadish", como apunta la propia autora: una oración que se canta por los muertos. Se puede hacer extenso al propio idioma. Porque el ladino, de eso poca duda cabe, está agonizando: ya sólo se habla entre generaciones muy mayores. Hay quien intenta salvar este testimonio, un fósil lingüístico vivo, de la extinción; hay quien aboga por la vía que los sefardíes de Marruecos tomaron ya a principios del siglo XX, con eminente sentido práctico: reemplazar la lingua por el castellano moderno, sin perder por eso su identidad. Clarisse Nicoïdski era una escritora francesa, pero no por eso dejó de ser sefaradí."


Como tarea para el sábado 31 de enero propusimos tratar Poesía Erótica, y en un vuelta de hoja poesía erótica en donde el erotismo esté escondido.

Que en estos días de frío invierno los versos y por supuesto los besos caldeen vuestra vida.


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