Macondo, 18 horas del 21 de Octubre de 2022, los tres nos comimos todas las chocolatinas, casi nos cogemos un empacho pero bueno entre verso y verso y café y café fuimos haciendo la digestión. Este viernes tres, mejor dicho seis, tres que estuvimos y tres que justificaron su ausencia, así que fuimos seis Rosalía, María Placeres, El Quijote, Carlos, D. Antonio y yo. Por lo tanto “abarrote en el Parrote” como diría alguien. Amena reunión en la que se habló de todo, del bien y del mal, del dulce y del “salao”, de la risa y del llanto, en fin, como en cualquier Parlamento que se precie. Alfonso trajo un libro de una amiga Nelly Pineda Hernández y de él leyó “Muerto el siglo viva el siglo” y yo aprovechando leí un poema dedicado a, bueno ya me diréis vosotros a quién os parece. Y sin más y sin menos tras dos horas y pico de agradable tertulia entre amigos, nos despedimos desde una mesa lateral, no desde la mesa del fondo pues por despiste, por un olvido (y por la pandemia, supongo) nuestra mesa ya estaba ocupada. Así que os esperamos a tod@s el próximo viernes pero en persona, espero.
Muerto el siglo viva el siglo
Cansado, como borra de un vino antiguo,
decanta este siglo.
Se cuela en la tierra caliente de inmenso terror,
Y la rueda sigue sin detener el tiempo.
Lo nuevo es pasado, lo viejo es presente.
Son invisibles los ligamentos
a un instante, a un momento.
Al sencillo canto de alguna fuente.
Al dolor del aire ante un pájaro muerto.
Inconsciente abraza al universo
, la llama joven y fluorescente que inexorable,
incinera instantes.
En el perfecto equilibrio del grito y el silencio.
Nelly Pineda Hernández
¡Maldita sea!
¡Maldita sea!
Crujió el roble
sobre el bosque
al primer aliento
de la tierra
¡Maldita sea
! Gritó el roble
aferrando sus raíces
a la tierra ¡
Maldita sea!
¿¡No lo entiendes, Madre!?
No soy yo
el que destroza tus laderas
No soy yo
el que arrasa las praderas
el que ahonda en tus entrañas
retorciendo tus paredes
destrozando tus abismos
agostando el mar que te refresca
No soy yo
porque unido a ti estoy
porque formo parte de tu piel
porque me das la vida
y yo la vida también se la doy
a él
No soy yo, Madre
no soy yo
No es el mar embravecido
No es el río desbordado
No es la lluvia torrencial
ni el calor
ni el frio
Sabes quien es, Madre
lo sabes y te duele
le has dado todo todo
que es lo único que tiene
y aun así
lo desprecia
lo destruye
y no huye
y eso es lo más extraño
pues
él
sólo a ti
te tiene
Sólo a ti te tenemos, Madre
y solos aquí nos quedaremos
esperando tu perdón
y el perdón del tiempo
ue nos quede.
Francisco E. Vila