Son las 18:00 ya llego y en la mesa del fondo espero. Alguien dijo que vendría, quizá vengan dos eso dijeron. A las 18:01 ahí está, ya llega Rosalía lo había dicho estaré pero sólo una hora puedo. Así que tras uno y dos cafés charlamos sobre la vida, sobre la historia que nos abraza y a veces rechaza, pero ahí está y haciéndole frente seguimos, vivimos y conseguimos disfrutar de la vida. Rosalía y yo solos ante el infinito y con prisas pues otros compromisos había a las 18:55 y a la vista del comienzo y la asistencia a las partidas de ajedrez que estaban llegando a su apogeo levantamos el campamento y nos comprometimos con Ángel, el propietario de el Macondo de regresar, pasadas las vacaciones escolares, el 16 de septiembre. Y nos fuimos y desgraciadamente nos perdimos la compañía de nuestro señor el Quijote que con algún molino debió de estar luchando que lo retrasó un poco. Así que en Septiembre nos veremos y como le comenté a Ángel haber si hay suerte y retornamos a nuestros sábados a las once a la mesa del fondo del Macondo.
Y cómo no, para todos vosotros algo que traía como siempre, mis últimos versos en la distancia.
Di dos pasos al vacío
Di dos pasos al vacío
y uno más
hacia la muerte,
entonces desperté de un profundo sueño
entre sábanas de tierra húmeda
y con hierbas de primavera.
Di tres pasos sobre la arena
y las olas besaron mis pies
y la brisa me despertó de un sueño
donde caía a través del cielo
estirando mis brazos
sobre un prado de nieves eternas.
Vagué sobre la llanura inmensa
de una inmensa dehesa
y el aullido del lobo
me despertó
del sueño más absurdo
que el mundo de los sueños permitiera
soñar la vida
a las puertas de la muerte
de la más absurda quimera
y descubrir de pronto
que estoy vivo
y sólo el sueño me despierta.
Francisco E. Vila, 7-6-22
No hay comentarios:
Publicar un comentario