Muy buenas tardes mis queridos Diversos. Hoy nuestra crónica, emotiva, viene de la pluma de nuestra querida Rosalía. Nos escribe desde el corazón sonando a despedida, pero ella y nosotros sabemos que siempre estará con nosotros en nuestra mesa del fondo del café de Macondo.
Crónica de una Botella
Dia 29 de Mayo del 2021
Crónica de final de primavera; de cuando el viento pierde su fuerza, de cuando las rosas estallan, y de cuando las mariposas alzan sus alas para aletear bailando por cualquier senda sus vals, pasos dobles y redobles; de cuando se asoman las sombras a las preciosas alamedas, y los sauces llorones sus lágrimas verdes vierten; de cuando las arenas de la playa se visten de vírgenes blancas, para hacer en sus orillas, la fiesta de las hogueras, y quemar en su fuego las penas del final, de otra larga primavera.
Otra primavera, que no has hecho sacar doctorados en mascarillas y algún que otro máster en vacunas, sospecho que llevamos todos las dosis suficientes para que nos den una matrícula, y un chute de adrenalina, para resistir otro verano vestidos de tirantes y chancletas, con las sonrisas escondidas cuál si fuésemos una banda de malísimos bandoleros.
En mi caso, aun esperando por un destino que decida, por fin, a qué Isla de un lejano archipiélago me destina, soñando con las hogueras de San Juan y con saltar a rolos por la lava de un volcán, y rodar y rodar..., hasta una playa de arenas negras, unidas por un océano al fondo del macondo, dónde espero que me espere mi gente para llenar con ella botellas de versos, de ida y vuelta. Orilla blanca, Orilla negra… Bajaré todos los sábados a la playa, a eso de las once y media, a recoger la botella que sé que me traerá sueños de anís, y aromas a churros y a versos.
Suena la crónica a despedida, más mi morriña será la alegría de saber que siempre habrá un rincón en mi corazón que despierta cada sábado mi pasión por esta gente atemporal que tiene un Don, el amor por las palabras infinitas que son capaces de hacer de tiritas, y coser y curar, con extrema delicadeza, todas esas heridas que nos va causando la vida.
Marcada por la sonrisa de Gabo, que desde el techo vela para que la poesía haga singulares travesías, uniéndonos a todos en cualquier momento de nuestras vidas, hoy quiero brindar, con un ¡ey Carballeira! y con un ¡olé!, por la vida, por este rincón que hace que seamos, cada sábado, diversos, mágicos y humanos, por ese ¡realismo mágico! que nos une con los que se fueron y marcharon y nunca nos dejaron.
Y ahora si me permitís y anunciando que es un texto extraño, vaya mi homenaje a una generación que me resulta muy compleja, A Caballero Bonald, A Brines, a la del cincuenta, que me hablan este sábado, con su realismo mágico, disculpar si se puede interpretar que contiene para ellos alguna ofensa mis letras, nada más lejos de mi intención.
Ahora que no están
los maestros de los cincuenta,
que la tierra quedó huérfana
de los hombres de la post guerra,
ahora qué nos queda
qué espacio nos dejan
a la generación sin escuelas,
a los hijos de las pandemias.
Ha sido tanta su pompa y ornato
su angosta concavidad convexa
que doy vueltas al envés
para imaginar su revés.
Dónde quiera que estén los Caballeros
cerraron su círculo, las olas del tiempo,
en la pleamar, con la fuerza del viento.
Palabras sofisticadas
arrastran a mi mente extenuada
con adjetivos que me abaten en estériles laberintos
hasta descubrir textos para mi hoy yertos o baldíos.
Por todos ellos, me quito el sombrero,
espero que algún día, la jurisdicción de sus vientos,
me abra el cerebro a su entendimiento
a sus titánicas palabras, y descubra en ellas,
las luces que arrastran los tiempos.
A todos, mucho cariño, unas risas y buenos versos.
Rosalía Ajamil
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