Aviso a navegantes:
El próximo 6 de junio se inaugurará en nuestro Bar de Macondo, Avda. San Andrés 106, de esta Ciudad de A Coruña la muestra pictórica de María J. Pita Pita
La muestra podrá ser visitada hasta el 26 de Junio próximo.
Invitamos a disfrutar con sus obras.
Nota: Las obras que ilustran esta nota coresponden a las expuestas en el Concello de Ortigueira
Punto de encuentro entre gentes que tenemos amor a la poesía. Somos hombres y mujeres (y viceversa) con saberes, gustos, edades, orígenes y, sin duda, destinos diversos. Aquí están nuestras palabras, nuestros sueños, nuestras alegrías, nuestros intereses, nuestras dudas y nuestras certezas.
miércoles, 4 de junio de 2014
martes, 3 de junio de 2014
Nuestro Macondo, sábado 31 de Mayo de 2014
Buenas tardes
Ya sé que hay cierto retraso en las noticias. El barco en
que venían tuvo un viaje accidentado. Que una tormenta a poco de
superar el Trópico, que los sargazos, que una enfermedad que se apoderó de la
tripulación y nos puso en manos de la fortuna, que ese viento que empuja hacia
las Islas de la Desolación…
Lo cierto es que estamos aquí, en este puerto y muy noble y
muy leal ciudad, cabeza , guarda y
llave, fuerza y antemural del Reino de Galicia, en estos tiempos tan recientes
de realezas cuestionadas, alabadas, bien y malvistas por doquier.
Traíamos, y traemos, como no podía ser de otro modo, la
poesía del poeta que habíamos citado para nuestro encuentro sabatino. No vino
él, no. Pero vinieron sus versos en las voces de estos amigos de la poesía. Y
leímos
Ángel González Muñiz (Oviedo, 6 de septiembre de 1925 – Madrid, 12 de enero de 2008) fue un poeta español.En 1985 le concedieron el Premio Príncipe de Asturias de las Letras y en 1991 el Premio Internacional Salerno de Poesía. En enero de 1996fue elegido miembro de la Real Academia Española en el sillón "P" sustituyendo al escritor Julio Caro Baroja. El mismo año, además, obtuvo elPremio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana. En 2001 obtuvo el Premio Julián Besteiro de las Artes y las Letras. En 2004 se convirtió en el primer ganador del Premio de Poesía Ciudad de Granada-Federico García Lorca.
Su obra es una mezcla de intimismo y poesía social, con un particular y característico toque irónico, y trata asuntos cotidianos con un lenguaje coloquial y urbano, nada neopopularista ni localista. El paso del tiempo y la temática amorosa y cívica son las tres obsesiones que se repiten a lo largo y ancho de sus poemas, de regusto melancólico pero optimistas. Su lenguaje es siempre puro, accesible y transparente; se destila en él un fondo ético de digna y humana fraternidad, que oscila entre la solidaridad y la libertad, al igual que el de otros colegas generacionales como José Ángel Valente, Jaime Gil de Biedma, Carlos Barral, José Agustín Goytisolo y José Manuel Caballero Bonald.
SIEMPRE LO QUE QUIERAS
Cuando tengas dinero regálame un anillo,
cuando no tengas nada dame una esquina de tu boca,
cuando no sepas qué hacer vente conmigo
—pero luego no digas que no sabes lo que haces.
Haces haces de leña en las mañanas
y se te vuelven flores en los brazos.
Yo te sostengo asida por los pétalos,
como te muevas te arrancaré el aroma.
Pero ya te lo dije:
cuando quieras marcharte esta es la puerta:
se llama Ángel y conduce al llanto.
Meriendo algunas
tardes:
no todas tienen pulpa comestible.
Si estoy junto a la mar
muerdo primero los acantilados.
Luego las nubes cárdenas y el cielo
–escupo las gaviotas–,
y para postre dejo las bañistas
jugando a la pelota y despeinadas.
Si estoy en la ciudad
meriendo tarde a secas:
mastico lentamente los minutos
—tras haberles quitado las espinas—
y cuando se me acaban
me voy rumiando sombras,
rememorando el tiempo devorado
con un acre sabor a nada en la garganta.
DISCURSO A LOS
JÓVENES
De vosotros,
los jóvenes,
espero
no menos cosas grandes que las que realizaron
vuestros antepasados.
Os entrego
una herencia grandiosa:
sostenedla.
Amparad ese río
de sangre,
sujetad con segura
mano
el tronco de caballos
viejísimos,
pero aún poderosos,
que arrastran con pujanza
el fardo de los siglos
pasados.
Nosotros somos estos
que aquí estamos reunidos,
y los demás no importan.
Tú, Piedra,
hijo de Pedro, nieto
de Piedra
y biznieto de Pedro,
esfuérzate
para ser siempre piedra mientras vivas,
para ser Pedro Petrificado Piedra Blanca,
para no tolerar el movimiento
para asfixiar en moldes apretados
todo lo que respira o que palpita.
A ti,
mi leal amigo,
compañero de armas,
escudero,
sostén de nuestra gloria,
joven alférez de mis escuadrones
de arcángeles vestidos de aceituna,
sé que no es necesario amonestarte:
con seguir siendo fuego y hierro,
basta.
Fuego para quemar lo que florece.
Hierro para aplastar lo que se alza.
Y finalmente,
tú, dueño
del oro y de la tierra
poderoso impulsor de nuestra vida,
no nos faltes jamás.
Sé generoso
con aquéllos a los que necesitas,
pero guarda,
expulsa de tu reino,
mantenlos más allá de tus fronteras,
déjalos que se mueran,
si es preciso,
a los que sueñan,
a los que no buscan
más que luz y verdad,
a los que deberían ser humildes
y a veces no lo son, así es la vida.
Si alguno de vosotros
pensase
yo le diría: no pienses.
Pero no es necesario.
Seguid así,
hijos míos,
y yo os prometo
paz y patria feliz,
orden,
silencio.
A veces, en octubre, es lo que pasa...
Cuando nada sucede,
y el verano se ha ido,
y las hojas comienzan a caer de los árboles,
y el frío oxida el borde de los ríos
y hace más lento el curso de las aguas;
cuando el cielo parece un mar violento,
y los pájaros cambian de paisaje,
y las palabras se oyen cada vez más lejanas,
como susurros que dispersa el viento;
entonces,
ya se sabe,
es lo que pasa:
esas hojas, los pájaros, las nubes,
las palabras dispersas y los ríos,
nos llenan de inquietud súbitamente
y de desesperanza.
No busquéis el motivo en vuestros corazones.
Tan sólo es lo que dije:
lo que pasa.
ESO ERA AMOR
Le comenté:
—Me entusiasman tus ojos.
Y ella dijo:
—¿Te gustan solos o con rimel?
—Grandes,
respondí sin dudar.
Y también sin dudar
me los dejó en un plato y se fue a tientas
Un enlace a la obra de Angel González “http://ifc.dpz.es/”
EL MOMENTO ESTE
El momento no es bueno.
Ya se sabe
que los vientos tampoco.
Una tromba de agua arrasa a Cataluña.
La lluvia
no moja desde meses la tierra de Almería.
Aquí, en cambio, los hielos ennegrecen
los frutos
y más allá los huracanes
derriban bosques, y en otro
lugar no tan lejano
un inmenso trigal fue pasto de las llamas.
No vamos a quejarnos por tan pequeña cosa.
No vamos a quejarnos desde ahora por nada.
Desde ahora
somos invulnerables de tanto vulnerados,
insensibles
de haber sentido tanto
Y si un niño muere o una ilusión se quiebra
no hay por qué preocuparse:
estamos
perfectamente disculpados.
Son los vientos, los tiempos, las desgracias que corren
como arañas hambrientas sobre nuestra inocencia.
Es el momento este que nos pesa en el pecho
igual que una gran piedra,
y nos inmoviliza.
En el aire quedaron vestigios de palabras:
-…supervivientes todos
de inclinada postura:
sería
preferible
fallecer intentando enderezar
los huesos…-
y pasó un aeroplano y ya no se oyó nada.
Ayer
Ayer fue miércoles toda la mañana.
Por la tarde cambió:
se puso casi lunes,
la tristeza invadió los corazones
y hubo un claro
movimiento de pánico hacia los
tranvías
que llevan los bañistas hasta el río.
A eso de las siete cruzó el cielo
una lenta avioneta, y ni los niños
la miraron.
Se desató
el frío,
alguien salió a la calle con sombrero,
ayer, y todo el día
fue igual,
ya veis
qué divertido,
ayer y siempre ayer y así hasta ahora,
continuamente andando por las calles
gente desconocida,
o bien dentro de casa merendando
pan y café con leche, ¡qué
alegría!
La noche vino pronto y se encendieron
amarillos cálidos faroles,
y nadie pudo
impedir que al final amaneciese
el día de hoy,
tan parecido
pero
¡tan diferente en luces y aroma!
Por eso mismo,
porque es como os digo
dejadme que os hable
de ayer, una vez más
de ayer: el día
incomparable que ya nadie nunca
volverá a ver jamás sobre la tierra.
Qué decir de la poesía de Ángel Gonzalez, sino que suena a
juventud reciente, suena a tiempos de hoy, a estos tiempos urgentes, dramáticos
y a la vez esperanzadores.
En un contemporáneo, un hombre de una finísima sensibilidad
y de palabras que aciertan a describir el asombro, la duda, la certeza.
Leímos también a Xavier Seoane
De su libro “para una luz ausente”
XII
Estou en ti. Mais ti
nin o sospeitas.
Cando cruzas a rúa, estou contigo.
Cando abarcas o voo
do horizonte ou das ondas coa mirada.
Cando miras a vella durmida dos cartóns,
ou compras una presa de castañas
ou saes a mollarte baixo a chuvia de maio.
Cando te deitas, e toda a casa está
silenciosa, pero as nubes
seguen pasando, cos pés de bailarina,
polo Tellado.
Até cando te esqueces de min estou en ti.
Pois todo o ar que respiras
ten un alento cruel de amor contaminado.
Porque una cousa son
os traballos e os días
e outra o Hesiodo que
poida contalos.
Por iso estou contigo na ausencia e na presenza.
Contigo sempre,
xardín puro de luz
dos meus días máis cegos e os meus máis fieis naufraxios.
Del poeta colombiano Aurelio Arturo. Poeta nacido en La Unión, Nariño, en 1906. En
1963 se editó su único libro, «Morada al Sur» por el que obtuvo el Premio
Nacional de Poesía Guillermo Valencia. Meses antes de su muerte recibió el
doctorado Honoris Causa en Filosofía y Letras por la Universidad de Nariño.Falleció
en Bogotá en 1974.
Leímos
Canción de la noche
callada
En la noche balsámica, en la noche,
cuando suben las hojas hasta ser las estrellas,
oigo crecer las mujeres en la penumbra malva
y caer de sus párpados la sombra gota a gota.
Oigo engrosar sus brazos en las hondas penumbras
y podría oír el quebrarse de una espiga en el campo.
Una palabra canta en mi corazón, susurrante
hoja verde sin fin cayendo. En la noche balsámica,
cuando la sombra es el crecer desmesurado de los árboles,
me besa un largo sueño de viajes prodigiosos
y hay en mi corazón una gran luz de sol y maravilla.
En medio de una noche con rumor de floresta
como el ruido levísimo del caer de una estrella,
yo desperté en un sueño de espigas de oro trémulo
junto del cuerpo núbil de una mujer morena
y dulce, como a la orilla de un valle dormido.
Y en la noche de hojas y estrellas murmurantes
yo amé un país y es de su limo oscuro
parva porción el corazón acerbo;
yo amé un país que me es una doncella,
un rumor hondo, un fluir sin fin, un árbol suave.
Yo amé un país y de él traje una estrella
que me es herida en el costado, y traje
un grito de mujer entre mi carne.
En la noche balsámica, noche joven y suave,
cuando las altas hojas ya son de luz, eternas...
Mas si tu cuerpo es tierra donde la sombra crece,
si ya en tus ojos caen sin fin estrellas grandes,
¿qué encontraré en los valles que rizan alas breves?,
¿qué lumbre buscaré sin días y sin noches?
Morada del sur
I
En las noches mestizas que subían de la hierba,
jóvenes caballos, sombras curvas, brillantes,
estremecían la tierra con su casco de bronce.
Negras estrellas sonreían en la sombra con dientes de oro.
Después, de entre grandes hojas, salía lento el mundo.
La ancha tierra siempre cubierta con pieles de soles.
(Reyes habían ardido, reinas blancas, blandas,
sepultadas dentro de árboles gemían aún en la espesura).
Miraba el paisaje, sus ojos verdes, cándidos.
Una vaca sola, llena de grandes manchas,
revolcada en la noche de luna, cuando la luna sesga,
es como el pájaro toche en la rama, "llamita",
"manzana de miel"
El agua límpida, de vastos cielos, doméstica se arrulla.
Pero ya en la represa, salta la bella fuerza,
con majestad de vacada que rebasa los pastales.
Y un ala verde. tímida, levanta toda la llanura.
El viento viene, viene vestido de follajes,
y se detiene y duda ante las puertas grandes,
abiertas a las salas, a los patios, las trojes.
Y se duerme en el viejo portal donde el silencio
es un maduro gajo de fragantes nostalgias.
Al mediodía la luz fluye de esa naranja,
en el centro del patio que barrieron los criados.
(El más viejo de ellos en el suelo sentado,
su sueño, mosca zumbante sobre su frente lenta).
No todo era rudeza, un áureo hilo de ensueño
se enredaba a la pulpa de mis encantamientos.
Y si al norte el viejo bosque tiene un tic-tac profundo,
al sur el curvo viento trae franjas de aroma.
(Yo miro las montañas. Sobre los largos muslos
de la nodriza, el sueno me alarga los cabellos).
II
Y aquí principia, en este torso de árbol,
en este umbral pulido por tantos pasos muertos,
la casa grande entre sus frescos ramos.
En sus rincones ángeles de sombra y de secreto.
En esas cámaras yo vi la faz de la luz pura.
Pero cuando las sombras las poblaban de musgos,
allí, mimosa y cauta, ponía entre mis manos,
sus lunas más hermosas la noche de las fábulas.
Entre años, entre árboles, circuida
por un vuelo de pájaros, guirnalda cuidadosa,
casa grande, blanco muro, piedra y ricas maderas,
a la orilla de este verde tumbo, de este oleaje poderoso.
En el umbral de roble demoraba,
hacía ya mucho tiempo, mucho tiempo marchito,
el alto grupo de hombres entre sombras oblicuas,
demoraba entre el humo lento alumbrado de
remembranzas:
Oh voces manchadas del tenaz paisaje, llenas
del ruido de tan hermosos caballos que galopan
bajo asombrosas ramas.
Yo subí a las montañas, también hechas de sueños,
yo ascendí, yo subí a las montañas donde un grito
persiste entre las alas de palomas salvajes.
Te hablo de días circuidos por los más finos árboles:
te hablo de las vastas noches alumbradas
por una estrella de menta que enciende toda sangre:
te hablo de la sangre que canta como una gota solitaria
que cae eternamente en la sombra, encendida:
te hablo de un bosque extasiado que existe
sólo para el oído, y que en el fondo de las noches pulsa
violas, arpas, laúdes y lluvias sempiternas.
Te hablo también: entre maderas, entre resinas,
entre millares de hojas inquietas, de una sola hoja:
pequeña mancha verde, de lozanía, de gracia,
hoja sola en que vibran los vientos que corrieron
por los bellos países donde el verde-es de todos los
colores,
los vientos que cantaron por los países de Colombia.
Te hablo de noches dulces, junto a los manantiales, junto a
cielos,
que tiemblan temerosos entre alas azules:
te hablo de una voz que me es brisa constante,
en mi canción moviendo toda palabra mía,
como ese aliento que toda hoja mueve en el sur, tan
dulcemente,
toda hoja, noche y día, suavemente en el sur.
III
En el umbral de roble demoraba,
hacía ya mucho tiempo, mucho tiempo marchito,
un viento ya sin fuerza, un viento remansado
que repetía una yerba antigua, hasta el cansancio.
Y yo volvía, volvía por los largos recintos
que tardara quince años en recorrer, volvía.
Y hacia la mitad de mi canto me detuve temblando
temblando temeroso, con un pie en una cámara
hechizada, y el otro a la orilla del valle
donde hierve la noche estrellada, la noche
que arde vorazmente en una llama tácita.
Y a la mitad del camino de mi canto temblando
me detuve, y no tiembla entre sus alas rotas,
con tanta angustia, una ave que agoniza, cual pudo,
mi corazón luchando entre cielos atroces
IV
Duerme ahora en la cámara de la lanza rota en las batallas.
Manos de cera vuelan sobre tu frente donde murmuran
las abejas doradas de la fiebre, duerme.
El río sube por los arbustos, por las lianas, se acerca,
y su voz es tan vasta y su voz es tan llena.
Y le dices, repites: ¿Eres mi padre? Llenas el mundo
de tu aliento saludable, llenas la atmósfera.
Soy el profundo río de los mantos suntuosos.
Duerme quince años fulgentes, la noche ya ha cosido
suavemente tus párpados, como dos hojas más, a su follaje
negro.
No eran jardines, no eran atmósferas delirantes. Tú te
acuerdas
de esa tierra protegida por una ala perpetua de palomas.
Tantas, tantas mujeres bellas, fuertes, no, no eran
brisas visibles, no eran aromas palpables, la luz que venía
con tan cambiantes trajes, entre linos, entre rosas
ardientes.
¿Era tu dulce tierra cantando, tu carne milagrosa, tu sangre
?
Todos los cedros callan, todos los robles callan.
Y junto al árbol rojo donde el cielo se posa,
hay un caballo negro con soles en las ancas,
y en cuyo ojo líquido habita una centella.
Hay un caballo, el mío, y oigo una voz que dice:
"Es el potro más bello en tierras de tu padre".
En el umbral gastado persiste un viento fiel,
repitiendo una sílaba que brilla por instantes.
Una hoja fina aún lleva su delgada frescura
de un extremo a otro extremo del año.
"Torna, torna a esta tierra donde es dulce la
vida".
V
He escrito un viento, un soplo vivo
del viento entre fragancias, entre hierbas
mágicas; he narrado
el viento; sólo un poco de viento.
Noche, sombra hasta el fin, entre las secas
ramas, entre follajes, nidos rotos -entre años-
rebrillaban las lunas de cáscara de huevo,
las grandes lunas llenas de silencio y de espanto.
Qué noche de hojas suaves y de sombras...
Qué noche de hojas suaves y de sombras
de hojas y de sombras de tus párpados,
la noche toda turba en ti, tendida,
palpitante de aromas y de astros.
El aire besa, el aire besa y vibra
como un bronce en el límite lontano
y el aliento en que fulgen las palabras
desnuda, puro, todo cuerpo humano.
Yo soy el que has querido, piel sinuosa,
yo soy el que tú sueñas, ojos llenos
de esa sombra tenaz en que boscajes
abren y cierran párpados serenos.
Qué noche de recónditas y graves
sombras de hojas, sombras de tus párpados:
está en la tierra el grito mío, ardiendo,
y quema tu silencio como un labio.
Era una noche y una noche nada
es, pregona en sus cántigas el viento:
aún oigo tu anhelar, tu germinar melódico
y tu rumor de dátiles al viento.
Y he de cantar en días derivantes
por ondas de oro, y en la noche abierta
que enturbiará de ti mi pensamiento,
he de cantar con voz de sobra llena.
Qué noche de hojas suaves y de sombras
de hojas y de sombras de tus párpados,
la noche toda turba en ti, tendida,
palpitante de aromas y de astros.
Y Sara, musa que encanta, nos trajo sus escritos, tan llenos
de sensibilidad
“En la frontera de lo finito y lo infinito, tu mar…
“Sería el mar de tu sediento ser…” o “Sueño el mañana, la realidad…”
Tuvimos la compañía de Ángel, a quien ,también desde aquí, pedimos
que nos acompañe en nuestro andar.
Surgió la idea de soltar al mar -sin que el ojo vigilante del que “ mantiene
un desorden caótico en nombre del buen orden” pueda descubrirnos- botellas con
poemas preferiblemente propios. La idea es que esas palabras en el mar lleguen,
si las corrientes, los astros, las mareas, los altos y bajos dioses atlánticos,
los cascos férreos de los navíos o alguna otra contingencia, lleguen, decía, a
costas propicias. Es una manera de volver a aquellas épocas en que los
náufragos, alejados del mundo, acosados por su soledad, arrojaban ilusionados,
sus pensamientos y urgencias al mar.
Recordamos
6 de Junio en Portas Ártabras . Presentación de libro de Dn. Manuel
Alvarez Torneiro
Atención:
O vindeiro Venres 6 de Junio de 2014 as 20:00 Hs.
en "Portas Artabras", Rúa Sinagoga nro 22 Bajo-Cidade Vella- A
Coruña
Presentación do libro
"Onde nunca é mañá" de Manuel Álvarez Torneiro
También celebramos el cumpleaños de Carlos Lesta, un
jovencísimo de 68 primaveras, veranos, otoños e inviernos. Tuvimos tiempo para
casi todo. Hasta para esas cosas que nos sobrevienen con el paso de los días.
Si, fue una de esas reuniones de arrimar mesas, de corros
entusiastas, de voces entusiastas y queribles.
Y para el próximo sábado nos propusimos buscar con ahínco
propio de deportistas o cazadores perseguidos por sus presas, poemas que se
relacionen con los meses´. Título: Los poemas y los meses
Hasta aquí
la crónica ilustrada de nuestro encuentro. Palabras más, palabras menos… tal como
si estuviéramos en Macondo.
Buena
semana, buenas lecturas y a ser felices
lunes, 26 de mayo de 2014
sábado, 24 de mayo de 2014
Nuestro Macondo, 24 de mayo de 2014, con Gabo
Buenas tardes:
Tal como nos lo habíamos propuesto, este sábado fue el día elegido para homenajear a Gabriel García Márquez. Como no podría ser de otro modo, es éste, nuestro Macondo donde nos reuniremos bajo su atenta mirada para hacerle llegar, allí donde esté, nuestras voces que leen sus poemas.
Estuvimos muy gratamente acompañados, Paquita nos sorprendió con unas hermosísimas flores y su siempre gratísima compañía. Y recibimos a Antonio, que pasó un día y volvió con su entusiasmo.
Fidela, que quiso acercarnos sabores de la tierra de Gabo y nos sedujo con unos riquísimos buñuelitos colombianos
Concha nos trajo su poesía, que parece que algún angel anda haciendo algo con él en alguna lejana galaxia. Cosas que pasan, poesía que queda.
Tal como nos lo habíamos propuesto, este sábado fue el día elegido para homenajear a Gabriel García Márquez. Como no podría ser de otro modo, es éste, nuestro Macondo donde nos reuniremos bajo su atenta mirada para hacerle llegar, allí donde esté, nuestras voces que leen sus poemas.
Estuvimos muy gratamente acompañados, Paquita nos sorprendió con unas hermosísimas flores y su siempre gratísima compañía. Y recibimos a Antonio, que pasó un día y volvió con su entusiasmo.
Fidela, que quiso acercarnos sabores de la tierra de Gabo y nos sedujo con unos riquísimos buñuelitos colombianos
![]() |
Lector: Sé que no podrás percibir el aroma ni el sabor de estos exquisitos buñuelitos colombianos. ¡Cómo lo lamento! Ñam Ñam |
Si yo tuviera un corazón, escribiría mi odio sobre el hielo, y esperaría a que saliera el sol.
Leemos en Círculo de poesía: Un buen día, don Gabriel Eligio (padre de Gabo))decidió que su primogénito se fuera a estudiar al interior del país. Luego de un viaje de 8 días por el Río Magdalena hasta Puerto Salgar y luego en tren hasta la remota y glacial Bogotá, el joven Gabo se enteró que la beca diligenciada por su padre lo conducía hasta un municipio situado a pocas horas de la capital dela República, donde la única catedral de sal del mundo es su símbolo perpetuo. Allí, en el Liceo Nacional de Zipaquirá, padeció largas horas, días y semanas de silencio, frío y llovizna, lo más opuesto a la camaradería, el bullicio y la parranda musical de su tierra costeña.
![]() |
Casa Museo en Aracataca |
Mal educado en los espacios sin ley del Caribe escribe Gabo sesenta años después me asaltó el terror de vivir los 4 años decisivos de mi adolescencia en aquel tiempo varado. Sin embargo, en la natural adaptación al nuevo ambiente, se familiarizó pronto con el ropaje moderno y progresista de la mayoría de sus profesores, casi todos formados en la Escuela Normal Superior, bajo la dirección del psiquiatra y cuentista vallenato José Francisco Socarrás. Y así, entre lecciones nada disimuladas de marxismo, lecturas de Vargas Vila y de José Eustasio Rivera y poemas de Residencia en la Tierra de Neruda, Gabito comenzó a escribir poesía de manera voraz, influido también por los textos de los Piedracielistas que aparecieran en las Lecturas dominicales de El Tiempo que dirigía Eduardo Carranza.
"Sin título"
Si alguien llama a tu puerta, amiga mía,
Y algo en tu sangre late y no reposa
Y en su tallo de agua temblorosa
El surtidor florece su alegría.
Si alguien llama a tu puerta y todavía
Te queda tiempo para ser hermosa,
Si aún existe la arteria de la rosa
Para tomarle el pulso a la poesía.
Si alguien llama a tu puerta una mañana,
Sonora de palomas y campanas
Y aún crees en el dolor de la alegría;
Si aún la vida es verdad y el beso existe,
Si alguien llama a tu puerta y estás triste
Abre que es el amor, amiga mía.
La muerte de la rosa
Murió de mal de aroma
Rosa idéntica, exacta.
Subsistió a su belleza,
Sucumbió a su fragancia.
No tuvo nombre: acaso
La llamarían Rosaura,
O Rosa-fina, o Rosa
Del amor o Rosalía,
O simplemente: Rosa,
Como la nombra el agua.
Más le hubiera valido
Ser siempreviva, Dalia,
Pensamiento con luna
Como un ramo de acacia.
Pero ella será eterna:
Fue rosa y eso basta.
Dios le guarde en su reino
A la diestra del alba.
![]() |
Colegio San José en Barranquilla |
Ya por entonces Gabito imitaba a Eduardo Carranza en las prosas líricas que, a la manera de Juan Ramón Jiménez en Platero y yo, publicaba Carranza en la revista Sábado. Animado por Martín en la lectura de los famosos cuadernillos dirigidos por Jorge Rojas, Gabo ensayó escribir un texto en cuartetos eneasílabos, titulado Poema desde un caracol:
Poema desde un caracol
Yo he visto el mar. Pero no era
El mar retórico con mástiles
Y marineros amarrados
A una leyenda de cantares.
Ni el verde mar cosmopolita
mar de Babel de las ciudades,
que nunca tuvo unas ventanas
para el lucero de la tarde.
Ni el mar de Ulises que tenía
Siete sirenas musicales
Cual siete islas rodeadas
De música por todas partes.
Ni el mar inútil que regresa
Con una carga de paisajes
Para que siempre sea octubre
En el sueño de los alcatraces.
Ni el mar bohemio con un puerto
Y un marinero delirante
Que perdiera su corazón
En una partida de naipes.
Ni el mar que rompe contra el muelle
Una canción irremediable
Que llega al pecho de los días
Sin emoción, como un tatuaje.
Ni el mar puntual que siempre tiene
Un puerto para cada viaje
Donde el amor se vuelve vida
Como en el vientre de una madre.
Que era mi mar el mar eterno,
Mar de la infancia, inolvidable,
Suspendido de nuestro sueño
Como una paloma en el aire.
Era el mar de la geografía
De los pequeños estudiantes,
Que aprendimos a navegar
En los mapas elementales.
Era el mar de los caracoles,
Mar prisionero, mar distante,
Que llevábamos en el bolsillo
Como un juguete a todas partes.
El mar azul que nos miraba,
Cuando era nuestra edad tan frágil
Que se doblaba bajo el peso
De los castillos en el aire.
Y era el mar del primer amor
En unos ojos otoñales.
Un día quise ver el mar
mar de la infancia y ya era tarde.
Gabo no cabía de la dicha a sus 17 años pensando en que sería un poeta y nada más que un poeta. Luego de graduarse de bachiller con honores, pues además de haber sido quien pronunció el discurso de rigor en la sesión solemne, fue uno de los escogidos por Carlos Martín para asistir a la audiencia concedida por el presidente de la república, un escritor de 38 años, Alberto Lleras Camargo, de quien más tarde sería uno de sus más cercanos amigos, para discutir sobre diferentes temas relacionados con la educación nacional.
En La Razón, en una columna bautizada Poetas Universitarios apareció firmado por Gabriel García Márquez un poema titulado Geografía celeste con el antetítulo de Elegía a la Marisela
que dice así:
Elegía a la Marisela
No ha muerto. Ha iniciado
Un viaje atardecido.
De azul en azul claro
de cielo en cielo ha ido
por la senda del sueño
con su arcángel de lino.
A las tres de la tarde
Hallará a San Isidro
Con sus dos bueyes mansos
Arando en cielo límpido
Para sembrar luceros
Y estrellas en racimos.
Señor, ṡcuál es la senda
para ir al Paraíso?
Sube por la Vía Láctea,
ruta de leche y lirio,
la menor de las Osas
te enseñará el camino.
Cuando sean las cuatro
La Virgen con el Niño
Saldrán a ver los astros
Que en su infancia de siglos
Juegan la Rueda-Rueda
En un bosque de trinos.
Y a las seis de la tarde
El ángel de servicio
Saldrá a colgar la luna
De un clavo vespertino.
Será tarde. Si acaso
No te han guardado sitio
Dile a Gabriel Arcángel
Que te preste su nido
Que está en el más frondoso
Árbol del Paraíso.
Murió la Marisela.
Pero aún queda un lirio
Era evidente que además de la influencia pegajosa de la poesía de los Piedracielistas, Gabo parecía querer contarnos un cuento en cada poema o versificación. Reiteraba, sin saberlo, que cada buen poema no era otra cosa que el teatro de una acción.
A medidados de 1945 publicó con seudónimo el soneto Tercera ausencia del amor:
Tercera ausencia del amor
Este amor que ha venido de repente
Y sabe la razón de la hermosura.
Este amor, amorosa vestidura
Ceñida al corazón exactamente.
Este amor que es harina en la ternura,
Que es infancia de sueños en la frente,
Que es líquido de música en la fuente
Y es lucero nostálgico en la altura.
Este amor que es el verso y es la rosa,
Y es saber que la vida en cada cosa
Se nos repite cada vez más fuerte.
Tan eterno, este amor tan resistible,
Que comparado al tiempo es imposible
Saber dónde limita con la muerte.
Dice Don Juan Antonio González Fuentes en Ojos de Papel: Estoy acompañando en su trayectoria vital a un García Márquez de unos 17 años que estudia el bachillerato en el Liceo Nacional de Varonés de Zipaquirá, a unos 50 kilómetros de Bogotá. En esa época García Márquez conoce en Magangué a la que con el tiempo será su mujer, Mercedes Barcha, que entonces sólo tenía unos nueve años de edad. Corría el año 1945, y el futuro autor de Cien años de soledad escribió un poema titulado Soneto matinal a una colegiala ingrávida, existiendo motivos más que sobrados para sospechar que la tal ingrávida colegiala era Mercedes. El soneto es una imitación de los poemas de los años veinte de Neruda, y la versión que se conserva, titulada Niña, está firmada por Javier Garcés, pseudónimo del autor en aquella época. A continuación reproduzco el soneto, muestra imprescindible de la prehistoria literaria del colombiano.
NIÑA
Al pasar me saluda, y tras el viento
que da el aliento de su voz temprana,
en la cuadrada luz de mi ventana
no se empaña el cristal, sino el aliento.
Es tempranera como la mañana,
cabe en lo inverosímil como un cuento,
y mientras cruza el hilo del momento,
vierte su sangre blanca la mañana.
Si se viste de azul y va a la escuela,
nadie adivina si camina o vuela,
porque es como la brisa, tan liviana
que en la mañana azul nadie precisa
cuál de las tres que pasa es la brisa,
cuál es la niña y cuál es la mañana.
En Circulo de poesía leemos: Y como Bogotá no era solamente la capital dela Repúblicay la sede del gobierno, sino sobre todo la ciudad donde vivían los poetas, no sólo creía Gabo en la poesía y se moría por ella, sino que sabía con certeza que, como lo escribió Luis Cardoza y Aragón, era la única prueba concreta de la existencia del hombre.
Para poner un poco de sonido colombiano, nada mejor que la folclorista Totó La
Momposina, en un tema relacionado con el universo de García Márquez
Totó La Momposina, folclorista colombiana canta Soledad, que tiene referencias a Gabo.
El enlace es http://youtu.be/qZEoU7Q1JKE
Leímos unos fragmentos de Cien Años de Soledad
Tres fragmentos de Cien Años de Soledad
Capítulo I
Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo. Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas que se precipitaban por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos. El mundo era tan reciente, que muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que señalarías con el dedo. Todos los años, por el mes de marzo, una familia de gitanos desarrapados plantaba su carpa cerca de la aldea, y con un grande alboroto de pitos y timbales daban a conocer los nuevos inventos. Primero llevaron el imán. Un gitano corpulento, de barba montaraz y manos de gorrión, que se presentó con el nombre de Melquiades, hizo una truculenta demostración pública de lo que él mismo llamaba la octava maravillade los sabios alquimistas de Macedonia.
Capítulo XII
Deslumbrada por tantas y tan maravillosas invenciones, la gente de Macondo no sabía por dónde empezar a asombrarse, Se trasnochaban contemplando las pálidas bombillas eléctricas alimentadas por la planta que llevó Aureliano Triste en el segundo viaje del tren, y a cuyo obsesionante tumtum costó tiempo y trabajo acostumbrarse. Se indignaron con las imágenes vivas que el próspero comerciante don Bruno Crespi proyectaba en el teatro con taquillas de bocas de león, porque un personaje muerto y sepultado en una película, y por cuya desgracia se derramaron lágrimas de aflicción, reapareció vivo y convertido en árabe en la película siguiente. El público que pagaba dos centavos para compartir las vicisitudes de los personajes, no piado soportar aquella burla inaudita y rompió la silletería. El alcalde, a instancias de don Bruno Crespi, explicó mediante un bando que el cine era una máquina de ilusión que no merecía los desbordamientos pasionales del público. Ante la desalentadora explicación, muchos estimaron que habían sido víctimas de un nuevo y aparatoso asunto de gitanos, de modo que optaron por no volver al cine, considerando que ya tenían bastante con sus propias penas para llorar por fingidas desventuras de seres imaginarios. Algo semejante ocurrió con los gramófonos de cilindros que llevaron las alegres matronas de Francia en sustitución de los anticuados organillos, y que tan hondamente afectaron por un tiempo los intereses de la banda de músicos. Al principio, la curiosidad multiplicó la clientela de la calle prohibida, y hasta se supo de señoras respetables que se disfrazaron de villanos para observar de cerca la novedad del gramófono, pero tanto y de tan cerca lo observaron, que muy pronto llegaron a la conclusión de que no era un molino de sortilegio, como todos pensaban y como las matronas decían, sino un truco mecánico que no podía compararse con algo tan conmovedor tan humano y tan lleno de verdad cotidiana como una banda de músicos. Fue una desilusión tan grave, que cuando los gramófonos se popularizaron hasta el punto de que hubo uno en cada casa, todavía no se les tuvo como objetos para entretenimiento de adultos sino como una cosa buena para que la destriparan los niños En cambio cuando alguien del pueblo tuvo oportunidad de comprobar la cruda realidad del teléfono instalado en la estación del ferrocarril, que a causa de la manivela se consideraba como una versión rudimentaria del gramófono, hasta los mas incrédulos se desconcertaron. Era como si Dios hubiera resuelto poner a prueba toda capacidad de asombro, y mantuviera a los habitantes de Macondo en un permanente vaivén entre el alborozo y el desencanto, la duda y la revelación, hasta el extremo de que ya nadie podía saber a ciencia cierta dónde estaban los límites de la realidad. Era un intrincado frangollo de verdades y espejismos, que convulsionó de impaciencia al espectro de José Arcadio Buendía bajo el castaño y lo obligó a caminar por toda la casa aun a pleno día. Desde que el ferrocarril fue inaugurado oficialmente y empezó a llegar con regularidad los miércoles a las once, y se construyó la primitiva estación de madera con un escritorio, el teléfono y una ventanilla para vender los pasajes, se vieron por las calles de Macondo hombres y mujeres que fingían actitudes comunes y corrientes, pero que en realidad parecían gente de circo. En un pueblo escaldado por el escarmiento de los gitanos no había un buen porvenir para aquellos equilibristas del comercio ambulante que con igual desparpajo ofrecían una olla pitadora que un régimen de vida para la salvación del alma al séptimo día; pero entre los que se dejaban convencer por cansancio y los incautos de siempre, obtenían estupendos beneficios. Entre esas criaturas de farándula, con pantalones de montar y polainas, sombrero de corcho, espejuelos con armaduras de acero, ojos de topacio y pellejo de gallo fino, uno de tantos miércoles llegó a Macondo y almorzó en la casa el rechoncho y sonriente míster Herbert.
Capítulo XX Final
Sólo entonces descubrió que Amaranta Úrsula no era su hermana, sino su tía, y que Francis Drake había asaltado a Riohacha solamente para que ellos pudieran buscarse por los laberintos más intrincados de la sangre, hasta engendrar el animal mitológico que había de poner término a la estirpe. Macondo era ya un pavoroso remolino de polvo y escombros centrifugado por la cólera del huracán bíblico, cuando Aureliano saltó once páginas para no perder el tiempo en hechos demasiado conocidos, y empezó a descifrar el instante que estaba viviendo, descifrándolo a medida que lo vivía, profetizándose a sí mismo en el acto de descifrar la última página de los pergaminos, como si se estuviera viendo en un espejo hablado Entonces dio otro salto para anticiparse a las predicciones y averiguar la fecha y las circunstancias de su muerte. Sin embargo, antes de llegar al verso final ya había comprendido que no saldría jamás de ese cuarto, pues estaba previsto que la ciudad de los espejos (o los espejismos) sería arrasada por el viento y desterrada de la memoria de los hombres en el instante en que Aureliano Babilonia acabara de descifrar los pergaminos, y que todo lo escrito en ellos era irrepetible desde siempre y para siempre porque las estirpes condenadas a cien años de soledad no tenían una segunda oportunidad sobre la tierra.
Los minutos se van escurriendo y con ellos la mañana.
El próximo sábado en Macondo nos encontraremos con los poemas de Angel González (1925/2008)
Hasta entonces, buenos versos y buenos momentos.
lunes, 19 de mayo de 2014
Nuestro sábado 17 de mayo de 2014
En "La Nube" esta mañana |
Una mañana inusual para nuestras reuniones.
Sábado, festivo y soleado, una combinación que llama al
cuerpo a darse un gusto. El sol y una temperatura más propia del verano no
fueron capaces de que desistiéramos de nuestro sabatino empeño.
Nos había conjurado la obra de los poetas místicos, y fue
Miguel Ángel quien nos trajo la lectura
de Fernando Rielo Pardal, de quien leímos los poemas que más abajo incluímos.
Fernando Rielo Pardal
Fernando Rielo Pardal (28 agosto 1923 hasta 6 diciembre
2004) fue un poeta místico, filósofo, escritor, metafísico, y fundador de un
católico instituto religioso . Rielo también fundó una escuela de pensamiento y
una fundación basada en una nueva metafísica. Su metafísica se llama la
metafísica genéticos de Fernando Rielo [1] y la fundación se llama la Fundación
Fernando Rielo. Los Premios Fundación del Premio Mundial Fernando Rielo de
Poesía Mística anualmente.
Qué es poesía
Qué es poesía...
No lo sé.
Quizá sea ese ser que duerme
en la navecilla de todas las cosas...
Tú le llamas Dios.
Yo le llamo perfume de una rosa...
Quizá sea el vuelo
de las alas muertas...
O el rumor silencioso de otoño
que vive oculto en las frondas...
Qué es poesía...
No lo sé.
Quizá sea ese hilito de luz
que vibra en la lágrima de todos los seres...
Quizá seas tú...
cuando duermes.
El amor que quiso
Tu beso la brisa cumple
y el ave canta peregrina.
Sólo el hombre lo destruye.
Ven a mí, que bordo alas
para Ti.
No me dejes en soledad herido...
Ven a mí, que vivo para Ti prendido...
como el amor que quiso no morar en nada.
Amigo:
¿Has visitado tu alma?
¿Has hecho turismo en ella?
Te invito a que a ella viajes
el próximo verano.
Te aseguro que verás calles con ángeles
que animados se pasean
y alguna vez se les oye.
Si quieres, sacamos el billete juntos.
Ay. Proponte que sea billete de primera,
billete de ida y nunca de vuelta.
Sin más que decirte...
Un abrazo,
Fernando.
Cuando quieras
Vente, Amado, cuando quieras,
pero sea lo más pronto posible.
Vente con esa llaga
que me tienes prometida.
Con esa última...
de la que nadie vuelve.
Tiempo no es
cuándo
He llegado a tiempo.
He llegado al tiempo.
He llegado al origen del tiempo.
Cuando tiempo no es cuándo todavía.
Cuando empieza a ser momento
de una primera lágrima que salta
y en el acto se estremece.
Y corre, corre... con sentido de universo.
Un universo que parece nunca acaba.
Universo que es el paso con que tú andas, con que tú
andas....
con tu llanto a cuesta
En el balcón que
mira a la bahía
se me confunden:
ángeles con gaviotas,
Dios con un marinero.
¿Tán cerca el cielo con la tierra,
y la sonrisa con el llanto?
De Dios es culpa por estar en medio
Una calle
solitaria
en diálogo con las sombras
Un niño negro paseando
lentamente
de la mano de su padre
también negro.
A su espalda, ángel de luz,
no de color.
La luz es la verdadera
democracia que se encarna
en la mano de este niño
hasta que deja de serlo.
No perdamos la esperanza:
después de la muerte, el cielo
No tiene ser la muerte
Tu canción de
amor:
Tu canción de amor, amor del amor
en oír entrando extático vivo
con mi virgen ave en noche despierta
que de vuelo en vuelo su ir es contigo.
El volver al cerro es triste desearte:
un vivir de pena en pena escondido
entre duras peñas grises sin alma
con mi amor… signado afán de un suspiro.
La esperanza es pan llevar caminante
bajo el sayo oculto en puro infinito
que se aleja cuanto más me lo acerco.
Mi cansada voz de amor en mi grito
desterrado te habla hambrienta del cielo
con un solo verso: ¡otórgame asilo!
Llevo el mirar a
tu seno:
Llevo el mirar a tu seno
tiene el silencio más puro
frágil cristal sin vileza
luz de tu luz en ser uno
místico verso contigo
verso adorable del justo
ven presuroso a mi espíritu
ves la agonía que sufro¡ven!
¡ven! ¡ven! ¡ven! ¡ven! ¡ven! ¡ven!…
vuélame al mismo estar tuyo
cese mi grito de amor
caiga mi carne en sepulcro
coman los perros mis huesos
¡quede en Ti libre del mundo!
Carlos nos trajo a un poeta argentino del siglo XIX, Carlos
Guido y Spano, y de él a su obra “Narnia”, referida a la terrible guerra de la
triple alianza (Imperio do Brasil, República Argentina y República Oriental del
Uruguay) que asoló al Paraguay. Guido y Spano fue un enemigo de esa guerra
propiciada por la Gran Bretaña con fines meramente comerciales, tal como lo
explicaría el mismísimo Bartolomé Mitre, Presidente de la República Argentina "En
la guerra del Paraguay ha triunfado no sólo la República Argentina sino también
los grandes principios del libre cambio (...) Cuando nuestros guerreros vuelvan
de su campaña, podrá el comercio ver inscripto en sus banderas victoriosas los
grandes principios que los apóstoles del libre cambio han proclamado".
Carlos Guido y Spano
Carlos Guido y Spano (Buenos Aires, 19 de enero de 1827 –
Buenos Aires, 25 de julio de 1918), poeta argentino cultor del romanticismo.
El 15 de Abril de 1866, Carlos Guido y Spano publica un
folleto de 114 páginas a través de cual daba rotunda oposición a la Guerra
contra el Paraguay, así como otros ilustres de la época Juan Bautista Alberdi,
José Hernández, lo que causó que fuese preso por orden de Bartolomé Mitre el 26
de Julio de 1866.
NENIA
(Canción Fúnebre)
En idioma guaraní,
una joven paraguaya
tiernas endechas ensaya
cantando en el arpa así,
en idioma guaraní:
¡Llora, llora urutaú
en las ramas del yatay,
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú
¡llora, llora urutaú!
¡En el dulce Lambaré
feliz era en mi cabaña;
vino la guerra y su saña
no ha dejado nada en pie
en el dulce Lambaré!
¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!
Todo en el mundo he perdido;
en mi corazón partido
sólo amargas penas hay
¡Padre, madre, hermanos! ¡Ay!
De un verde ubirapitá
mi novio que combatió
como un héroe en el Timbó,
al pie sepultado está
¡de un verde ubirapitá!
Rasgado el blanco tipoy
tengo en señal de mi duelo,
y en aquel sagrado suelo
de rodillas siempre estoy,
rasgado en blando tipoy.
Lo mataron los cambá
no pudiéndolo rendir;
él fue el último en salir
de Curuzú y Humaitá
¡Lo mataron los cambá!
¡Por qué, cielos, no morí
cuando me estrechó triunfante
entre sus brazos mi amante
después de Curupaití!
¡Por qué, cielos, no morí!...
¡Llora, llora, urutaú
en las ramas del yatay;
ya no existe el Paraguay
donde nací como tú-
¡Llora, llora, urutaú!
Y desde Colombia, Gustavo Tatis Guerra, pintor y
escritor, que como decía un periodista “Como poeta, Tatis es un santo, pero
como pintor es un absoluto lujurioso. Los extremos no sólo se tocan sino se
alimentan. Creo que precisamente la santidad del poeta alimenta la lujuria del
pintor, esta desbordada voracidad por el color y la luz.”
Gustavo Tatis Guerra
Escritor colombiano nacido en Sahagún, Córdoba, en 1961.
Ha publicado cuatro poemarios: Conjuros del navegante (1988), El edén encendido
(1994), Con el perdón de los pájaros (1996) y He venido a ver las nubes (2008).
Hizo una antología de la obra poética de Ibarra Merlano y un ensayo denominado
Un humanista frente al mar. También es autor de La ciudad amurallada (Crónicas
de Cartagena de Indias, 2002), de Alejandro vino a salvar los peces (Premio
Nacional de Cuento Infantil Comfamiliar del Atlántico, 2002), del ensayo sobre
Virginia Wolf Bailaré sobre las piedras incendiadas (2004). Algunos de sus
poemas han sido traducidos al inglés y al alemán. Es Premio Nacional de
Periodismo Simón Bolívar, 1992.
DIOS.
¿Qué ciudadano desamparado eres
luz de los siglos
tú que contemplas
la película del horror
de la historia
y te escondes en la azotea
del cielo
a llorar
por la tragedia?
LA ROSA DE ADÁN.
Polvo eres
Un instante de Dios
Un instante de alfarería.
SIGNOS DEL CIELO.
El amor
vuelve pájaro
El corazón del hombre.
Fue, sin duda un sábado atípico y fecundo.
Nuestra próxima cita es en nuestro Café de Macondo, y el tema es Gabriel García Márquez.
Buena semana
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