LA
PRINCESA Y EL DRAGÓN
de
LUIS ALBERTO DE CUENCA
Ataban
a unos postes de madera
a
las chicas más guapas del país
para
aplacar la cólera del monstruo.
El
pueblo andaba muy soliviantado,
y
el rey, que era bastante más demócrata
de
lo corriente, dijo a la princesa:
«Te
toca, niña mía. No te oculto
que
es duro para mí, pero la patria
te
llama y no hay remedio. Así que ponte
el
traje blanco de los cumpleaños
y
¡a la estaca!» Eso dijo, y la verdad
es
que el dragón andaba últimamente
de
lo más desalmado: una princesa
tal
vez podría sosegarlo un poco.
Dicho
y hecho. La niña, en plan Angélica,
pero
sin esperanza de Ruggiero,
subió
al cadalso que su patriotismo
le
imponía. La gente de la calle
dejó
de protestar. Y desde entonces
el
dragón no salió de su caverna.
Veinte
años después, el rey moría
sin
descendencia, y el dragón, ya viejo,
se
presentó en la corte con su esposa,
dos
hijas (rubias como el trigo rubio,
con
la piel escamosa y negras alas)
y
un grupo de vistosas treintañeras.
Alegaba
derechos sucesorios
al
trono del país y prometía
cosas
como el sufragio universal,
la
igualdad ante la ley, las reformas
fiscal
y agraria, la enseñanza pública...
El
pueblo le entregó inmediatamente
las
riendas del Estado.
Y
la princesa,
más
hermosa que nunca, se miraba
en
los ojos saltones de su esposo
y
se sentía la mujer de Dios.
Muy
buenas tardes mis queridos Diversos. En nuestro encuentro de hoy
surgieron diferentes anécdotas que aderezamos con versos y poesías.
Caminamos por otros mundos y otros lugares aunque solamente en
imaginación y recuerdos. Pero los recuerdos y la imaginación son
importantes para sobrevivir en estos tiempos convulsos que
determinados virus reales o económicos quieren hacer que sean más
complicados, así que parafraseando a Benedetti, defendamos la
poesía.
Nos
pusimos a leer poemas de Luis Alberto de Cuenca, y leímos
y escuchamos La princesa y el dragón (preciosa
historia de rabiosa actualidad, aunque ya no existan ni esas
princesas ni esos dragones), Voy a escribir un libro, Soneto
del amor oscuro, Remedia amoris, Vamos a ser felices, El desayuno.
Versos de una aparente sencillez que encierran verdades que nos hacen
pensar y sentir hondamente. También nos acompaño un poema de Gil
de Biedma titulado Happy ending, con una cierta
dosis de amargura en sus palabras.
Y Alfonso nos
leyó algunos de sus poemas, empezando por Llegué, (Como uno
más de los desheredados, desván de los cuerpos olvidado, retales de
una vida desgajada.... ), y otros versos que dicen: de
amarguras intemperies, máscara que cubre los rostros..... Poemas
que formar parte de un proyecto de hacer visibles a la gente que
nadie ve, a los invisibles que hacen de la calle su hogar.
Y
también escuchamos el homenaje que Antonio escribió, desde su
ventana, al recientemente fallecido Ernesto
Cardenal, compartió con nosotros anécdotas y vivencias de
un tiempo en común. Y nos pareció que era una buena ocasión, el
sábado que viene, para recordar los versos de este nicaragüense
coherente, en un país con vendavales constantes.
Y
seguimos deseando besos y versos para todos.
Ángeles.
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