domingo, 6 de abril de 2014

Nuestro Macondo, sábado de abril de 2014


Buenas tardes
Hoy sábado nos encontramos para leer acerca del amor. Y el amor, ya sabemos, tiene claros y sombras, alegrías y dolores, cumbres y simas. Todo cabe en esa palabra mágica que pretende comprender un universo amplio y diverso.
Celebramos el cumpleaños de Isabel Sastre, y como no podría ser de otro modo, llenos como somos de prejuicios y represiones, atinamos a entonarle la estrofa final del cumpleaños feliz, quizás a media voz, pero, sin duda, a cariño pleno.
No podía faltar a la cita nuestra conocida Idea Vilariño, ni Ana Ajmatova, ni nuestro cercano Miguél Ángel Cabezas. No, no podían faltar
Ni podría dejar pasar poner en esta botella lanzada al mar del ciberespacio nuestros deseos de que Eusebio Freire logre una prontísima recuperación.
CarlosLesta nos leyó un poema de Zbigniew Herbert que había comentado el sábado pasado.

Zbigniew Herbert


Reporte desde el paraíso

En el paraíso la semana de trabajo es de treinta horas
los salarios aumentan y los precios bajan
y el trabajo manual no cansa por la falta de la gravedad
al principio iba a ser diferente: pura luz, música, abstracción
pero no pudieron separar bien el alma del cuerpo
y empezamos a llegar con una gota de grasa, una hebra de músculo
y hubo que enfrentar las consecuencias
de mezclar un grano de absoluto con un grano de materia
la contemplación de dios es sólo para los cien por ciento pneuma
el resto está pendiente de comunicados sobre milagros e inundaciones
cada sábado al mediodía suenan las sirenas
y de las fábricas salen fumando los proletarios celestes
con sus alas bajo el brazo como violines.

Luego, lo dicho, el amor en las voces de poetas exquisitos, terribles y profundos.


Idea Vilariño


Ya no

Ya no será
ya no
no viviremos juntos
no criaré a tu hijo
no coseré tu ropa
no te tendré de noche
no te besaré al irme
nunca sabrás quién fui
por qué me amaron otros.
No llegaré a saber
por qué ni cómo nunca
ni si era de verdad
lo que dijiste que era
ni quién fuiste
ni qué fui para ti
ni cómo hubiera sido
vivir juntos
querernos
esperarnos
estar.
Ya no soy más que yo
para siempre y tú
ya
no serás para mí
más que tú. Ya no estás
en un día futuro
no sabré dónde vives
con quién
ni si te acuerdas.
No me abrazarás nunca
como esa noche
nunca.
No volveré a tocarte.
No te veré morir.

No te amaba

No te amaba
no te amo
bien sé que no
que no
que es la hora
es la luz
la tarde de verano.
Lo sé
pero te amo
ahora te amo
hoy
esta tarde te amo
como te amé otras tardes
desesperadamente
con ciego amor
con ira
con tristísima ciencia
más allá de deseos
o ilusiones
o esperas
y esperando no obstante
esperándote
viendo
que venías
por fin
que llegabas
de paso

canción

Quisiera morir
ahora
de amor
para que supieras
cómo y cuánto te quería.
Quisiera morir
quisiera
de amor
para que supieras

Ana Ajmatova


Cuando escuches el trueno

Cuando escuches el trueno me recordarás
y tal vez pienses que amaba la tormenta...
El rayado del cielo se verá fuertemente carmesí
y el corazón, como entonces, estará en el fuego.

Esto sucederá un día en Moscú
cuando abandone la ciudad para siempre
y me precipite hacia el puerto deseado
dejando entre ustedes apenas mi sombra.


Ana Beccciu


Anoche, aquí, con dos
de tus palabras
herías, herías, dos
de tus palabras,
te amo, decías,
experto, mortal.


Ah, rostro mío,
cómo te amaba el tiempo
cuando eras
antes del gesto
un niño breve,
ungido
en la rara melodía
de los ecos.
Y ahora,
después del gesto,
el esfuerzo
de ser
la voz
de un largo silencio
para alcanzar,
vacío,
tu forma
de miedo.


Alejandra Pizarnik


Amantes

una flor
no lejos de la noche
mi cuerpo mudo
se abre
a la delicada urgencia del rocío.


Reconocimiento

Tú haces el silencio de las lilas que aletean
en mi tragedia del viento en el corazón.
Tú hiciste de mi vida un cuento para niños
en donde naufragios y muertes
son pretextos ded ceremonias adorables.

El olvido

en la otra orilla de la noche
el amor es posible

--llévame--

llévame entre las dulces sustancias
que mueren cada día en tu memoria.



Miguel Angel Cabezas


Las espumas

Abrazo las espumas de tu cuerpo
en una pasión incontenida de tiempos y espacios
en una sed,
en un intento acaso de beber un sorbo
del agua de tu vida,
lo que brota de tu amor turgente
montes insinuantes de tu cordillera,
lo que destila tu secreto tierno
de amanecer joven,
camino del éxtasis,
al paraíso divino de lo humano.

Perdido en ti,
en tu cielo de lunares,
buscando la polar del deseo,
en el encanto del poro a poro,
del beso al beso,
de la caricia atrevida al más allá,
a la imaginación imaginada,
al sudor de cuerpos,
al calor de almas.
Abrazo las espumas de tu cuerpo
navegando tu mar arrebolada.


Y llegó la hora de despedirnos hasta el próximo sábado 12.
Esto fue el amor, con sus brillos y sus oquedades. Se dijo que en estos poemas Eros se presentó acompañado por un Tánatos escondido entre los pliegues del desamor.
Convocamos a Eros, a esa fuerza que mueve...


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