Muy buenas tardes mis queridos Diversos, seguimos caminando. Y escuchando versos y sonriendo.
Adjunto la crónica de Paco de este viernes en nuestra mesa del fondo del Café de Macondo.
Hace poco era quizás “un barco a la deriva”, “el último vagón del tren del silencio en la tormenta”, era tal vez muchas ilusiones y simplemente nada. Pero al fin, después de la última tertulia en que logramos volver a ser tres, hoy hemos conseguido ser seis. Y sobre todo qué más se puede pedir que estar flanqueado por nuestras Rosalía y María Placeres, todo un placer, nunca mejor dicho, volver a estar juntos. Carlos Blanco que repite, Alfonso nuestro D. Quijote que también repite y esa sonrisa de Flory, una nueva amiga.
Casi todos leímos y todos disfrutamos. Rosalía abrió su libreta (la nueva es roja, de color, claro). Carlos recitó el único de sus poemas que recuerda de memoria (¡y yo que me creía el único!). Alfonso otro suyo y Placeres leyó otra vez a Alfonso para disfrutar doblemente de su obra. Flory nos escuchó a todos y yo logré leer este mío, aquí lo resumo pues es más largo y como ya era tarde, casi las ocho, nos fuimos todos prometiendo volver:
Se agotó la última hoja del último cuaderno
finalizó el sendero por donde huyen
miles de palabras y un millón de versos.
…
Sólo espero que la pluma se despierte en un cincel
que grabe a fuego y hierro el sentimiento
convirtiendo a estos versos en testigos
del paso y transcurrir del tiempo.
Poema de “Las Memorias de un poeta inédito”
Prometo que el próximo viernes los versos finales serán de otr@ compañer@. ¡Hasta el viernes en el Macondo!