En Macondo, A Coruña. |
A
Miguel de Olvido García Valdés
Te habías quedado todo el día
allí, de pie, mirando las montañas,
y era, dijiste, alimento
para los ojos, corazón
quebrantado. Yo pasaba, parece,
en el atardecer,
andando en bicicleta por un sendero.
Lo cuentas y quedo contemplándolo
con esperanza, una buena esperanza
nodriza de la vejez. Yo lo llamo
dulzura, la música dulzura que conforta
o hidrata la aspereza. Algunos niños
cercanos al autismo, cuando crecen,
imprimen o padecen movimiento
constante, un ritmo de hombros
ajeno a cualquier música, latido,
circulatoria sangre propia, sin contacto.
Sólo a veces sus ojos buscan
engañosamente; no hay dulzura
ni aspereza, un sonido
interior los envuelve, sangre roja.
Contemplo las montañas de tu sueño,
busco en ellas tus ojos.
Y escruto, sin embargo, el corazón,
las junturas y médula, los sentimientos
y pensamientos del corazón. Nada hidrata.
Nada amortigua. Escrutar es áspero
y no lame. Las horas últimas
de la vigilia: sabia
la disciplina monacal que impone
levantarse a maitines. Enjugar,
sostener, confortar: mirar la noche.
Volver al corazón. Entonces ya la música
es azul, azul es la dulzura. Pedir.
De "Caza nocturna" 1997
Te habías quedado todo el día
allí, de pie, mirando las montañas,
y era, dijiste, alimento
para los ojos, corazón
quebrantado. Yo pasaba, parece,
en el atardecer,
andando en bicicleta por un sendero.
Lo cuentas y quedo contemplándolo
con esperanza, una buena esperanza
nodriza de la vejez. Yo lo llamo
dulzura, la música dulzura que conforta
o hidrata la aspereza. Algunos niños
cercanos al autismo, cuando crecen,
imprimen o padecen movimiento
constante, un ritmo de hombros
ajeno a cualquier música, latido,
circulatoria sangre propia, sin contacto.
Sólo a veces sus ojos buscan
engañosamente; no hay dulzura
ni aspereza, un sonido
interior los envuelve, sangre roja.
Contemplo las montañas de tu sueño,
busco en ellas tus ojos.
Y escruto, sin embargo, el corazón,
las junturas y médula, los sentimientos
y pensamientos del corazón. Nada hidrata.
Nada amortigua. Escrutar es áspero
y no lame. Las horas últimas
de la vigilia: sabia
la disciplina monacal que impone
levantarse a maitines. Enjugar,
sostener, confortar: mirar la noche.
Volver al corazón. Entonces ya la música
es azul, azul es la dulzura. Pedir.
De "Caza nocturna" 1997
Muy
buenos días mis queridos Diversos, ayer con nuestras vivencias de la
semana llegamos a la mesa del fondo del café de Macondo y nos
pusimos a compartirlas, un modo de que la poesía de la vida fluya
entre nosotros.
Pero
también llegaron los versos de Olvido García Valdés con
su poema A Miguel al que escuchamos como un pequeño
relato y los versos de Francisco Vila en su versión
romántica con Los besos a escondidas ( Deseo abrasante de tu
boca..... las palabras eran versos... ) y en su versión
reflexiva con Marqué mi vida ( Alcanzar siempre las
metas......), es interesante comprobar que somos poliédricos,
tenemos muchas facetas y todas ellas a descubrir....
Carlos
Santos también nos dejó el folleto dedicado de su
exposición de pimtura titulada Lalín, gracias y
enhorabuena.
Y
nos despedimos pensando que los versos de Olvido García
Valdés podrían volver el sábado 6 de Octubre, acompañados
por los de Ana Romaní que acaba de recibir el
Premio Nacional de Periodismo Cultural, y por supuesto todos los
versos y poemas que nos quieran venir o ser traídos......
Hasta
entonces que los versos y los besos nos acompañen en el camino de la
vida.
Ángeles
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