Muy
buenas tardes mis queridos Diversos. Si hoy nuestros pies nos
llevasen al Macondo (los míos quieren ir todos los sábados en la
mañana) y no existiesen esos seres pequeños que nos roban los
besos, los abrazos y las reuniones pierna con pierna en la mesa del
fondo, estaríamos hablando de Luoise
Glück,
recientemente galardonada con el Premio Nobel de Literatura. "Por
su inconfundible voz poética que con austera belleza hace universal
la existencia individual", dijo la Academia Nobel. Así que de
una forma virtual, vamos a permitir que los versos de esta poeta
estadounidense nos unan en la distancia y nos permitan compartir un
rato de sábado hasta que vengan tiempos mejores.
Besos
y versos
Ángeles.
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El iris salvaje
Al
final del sufrimiento
me
esperaba una puerta.
Escúchame
bien: lo que llamas muerte
lo
recuerdo.
Allá
arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y
luego nada. El débil sol
temblando
sobre la seca superficie.
Terrible
sobrevivir
como
conciencia,
sepultada
en tierra oscura.
Luego
todo se acaba: aquello que temías,
ser
un alma y no poder hablar,
termina
abruptamente. La tierra rígida
se
inclina un poco, y lo que tomé por aves
se
hunde como flechas en bajos arbustos.
Tú
que no recuerdas
el
paso de otro mundo, te digo
podría
volver a hablar: lo que vuelve
del
olvido vuelve
para
encontrar una voz:
del
centro de mi vida brotó
un
fresco manantial, sombras azules
y
profundas en celeste aguamarina.
De
"Iris salvaje"
Versión
de Eduardo Chirino
Nieve
de primavera
Mira el cielo nocturno:
en mí poseo dos
personas, dos clases de poder.
Estoy aquí contigo, en la
ventana,
observando tu reacción. Ayer
la luna se alzó
sobre la tierra mojada del jardín.
Hoy la tierra brilla igual
que la luna,
como materia muerta, encostrada de luz.
Ahora
puedes ya cerrar los ojos.
He escuchado tus llantos, también
los
llantos anteriores a los tuyos,
y he sido sensible a sus
demandas.
Te mostré lo que querías:
no la convicción
sino el sometimiento
a la autoridad, que descansa en la
violencia.
De "Iris salvaje"
Versión de
Eduardo Chirinos